WASHINGTON—Cardinal Daniel N. DiNardo of Galveston-Houston, president of the U.S. Conference of Catholic Bishops (USCCB), and Archbishop José H. Gomez of Los Angeles, vice president of the USCCB, issued a joint statement regarding the recent executive order on the new refugee policy announced by President Donald Trump this past Friday.
President Trump’s executive order suspends the entry of refugees into the United States for 120 days. The order also indefinitely stops the admission of Syrian refugees and, for 90 days, bars individuals from seven predominantly Muslim countries.
The full joint statement is as follows:
“Over the past several days, many brother bishops have spoken out in defense of God’s people. We are grateful for their witness. Now, we call upon all the Catholic faithful to join us as we unite our voices with all who speak in defense of human dignity.
The bond between Christians and Muslims is founded on the unbreakable strength of charity and justice. The Second Vatican Council in Nostra Aetate urged us to sincerely work toward a mutual understanding that would “promote together for the benefit of all mankind social justice and moral welfare, as well as peace and freedom.” The Church will not waiver in her defense of our sisters and brothers of all faiths who suffer at the hands of merciless persecutors.
The refugees fleeing from ISIS and other extremists are sacrificing all they have in the name of peace and freedom. Often, they could be spared if only they surrendered to the violent vision of their tormentors. They stand firm in their faith. Many are families, no different from yours or mine, seeking safety and security for their children. Our nation should welcome them as allies in a common fight against evil. We must screen vigilantly for infiltrators who would do us harm, but we must always be equally vigilant in our welcome of friends.
The Lord Jesus fled the tyranny of Herod, was falsely accused and then deserted by his friends. He had nowhere to lay His head (Lk 9:58). Welcoming the stranger and those in flight is not one option among many in the Christian life. It is the very form of Christianity itself. Our actions must remind people of Jesus. The actions of our government must remind people of basic humanity. Where our brothers and sisters suffer rejection and abandonment we will lift our voice on their behalf. We will welcome them and receive them. They are Jesus and the Church will not turn away from Him.
Our desire is not to enter the political arena, but rather to proclaim Christ alive in the world today. In the very moment a family abandons their home under threat of death, Jesus is present. And He says to each of us, ‘whatever you did for one of these least brothers of mine, you did for me’ ” (Mt 25:40).”
Also, English and Spanish language copies are available on the USCCB website and by clicking the link: President And Vice President Of The U.S. Conference Of Catholic Bishops Stand In Defense Of All Faiths In Response To Executive Order On Refugees.
Below is the statement in Spanish:
WASHINGTON—El cardenal Daniel N. DiNardo, de Galveston-Houston, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), y el arzobispo José H. Gómez, de Los Ángeles, vicepresidente de la USCCB, han emitido la siguiente declaración conjunta con respecto a la reciente orden ejecutiva sobre la nueva política de refugiados anunciada por el presidente Donald Trump el pasado viernes. La orden ejecutiva del presidente Trump suspende la entrada de refugiados a los Estados Unidos durante 120 días. La orden también detiene indefinidamente la admisión de refugiados sirios y, durante 90 días, bloquea el ingreso de personas de siete países predominantemente musulmanes.
A continuación la declaración conjunta completa:
“Durante los últimos días, muchos hermanos obispos han hablado en defensa del pueblo de Dios. Estamos agradecidos por su testimonio. Ahora, invitamos a todos los fieles católicos a sumarse a nosotros a unir nuestras voces con todos los que hablan en defensa de la dignidad humana.
El vínculo entre cristianos y musulmanes se basa en la fuerza inquebrantable de la caridad y la justicia. En Nostra Aetate, el Concilio Vaticano II nos instó a trabajar sinceramente por un entendimiento mutuo en el que todos “procuren y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres”. La Iglesia no renunciará en su defensa de nuestros hermanos y hermanas de todas las religiones que sufren a manos de perseguidores despiadados.
Los refugiados que huyen del ISIS y otros grupos extremistas están sacrificando todo lo que tienen en nombre de la paz y la libertad. A menudo podrían ser perdonados si tan sólo se rindieran a la visión violenta de sus torturadores. Sin embargo, se mantienen firmes en su fe. Muchos constituyen familias, no diferentes de la de usted o de la mía, que buscan protección y seguridad para sus hijos. Nuestra nación debe acogerlos como aliados en una lucha común contra el mal. Tenemos que estar vigilantes para detectar infiltrados que quisieran hacernos daño, pero siempre debemos ser igualmente vigilantes a la hora de acoger amigos.
El Señor Jesús huyó de la tiranía de Herodes, fue falsamente acusado y luego abandonado por sus amigos. No tenía dónde reclinar su cabeza (Lc 9:58). Acoger al extranjero y a los que están huyendo no es una opción entre muchas en la vida cristiana. Es la forma misma del cristianismo en sí. Nuestras acciones deben hacer que la gente recuerde a Jesús. Las acciones de nuestro gobierno deben hacer que la gente recuerde la humanidad básica. Cuando nuestros hermanos y hermanas sufran rechazo y abandono, nosotros elevaremos nuestra voz en su favor. Los acogeremos y los recibiremos. Ellos son Jesús, y la Iglesia no se apartará de Él.
Nuestro deseo no es entrar en el terreno político, sino anunciar a Cristo vivo en el mundo de hoy. En el momento mismo en que una familia abandona su hogar bajo amenaza de muerte, Jesús está presente. Y Él nos dice a cada uno de nosotros: ‘todo lo que hicieron por uno de estos mis hermanos más pequeños, lo hicieron por mí’” (Mt 25:40).