LIMA, Perú—Líderes católicos advierten de que, a medida que la pandemia de coronavirus se propaga por la cuenca amazónica, la región podría enfrentarse a una “tragedia humanitaria y medioambiental”.
Los pueblos indígenas que sufren violencia por sus esfuerzos de combatir a los mineros, taladores de árboles y depredadores de tierra corren también un gran riesgo por el COVID-19, según una declaración de la Red Eclesial Pan-Amazónica. La declaración fue firmada por el cardenal brasileño Claudio Hummes, el cardenal peruano Pedro Barreto Jimeno y Mauricio López, secretario ejecutivo de REPAM, como se conoce la red eclesial.
“El dolor y el grito de los pueblos y el de la tierra, se funden en un mismo clamor”, escribieron en la declaración del 18 de mayo.
A través de la Amazonía, más de 30 grupos indígenas han informado de 500 casos de COVID-19 y más de 100 muertes, según REPAM: Las cifras podrían ser más altas, debido a los casos no reportados y a las muertes en ciudades amazónicas como Manaos, en Brasil e Iquitos en Perú, donde los sistemas de salud son débiles.
En Bolivia, el pueblo indígena lamenta “la falta de coordinación y consulta del gobierno” en su respuesta a la pandemia y especialmente en asegurarse de que haya información disponible para el pueblo en sus idiomas originales, dijo la declaración de REPAM.
Los obispos colombianos indicaron que los pueblos indígenas, los de ascendencia africana y los campesinos se enfrentan a un riesgo especial del virus “porque ya se encontraban en una situación de pobreza estructural, en condiciones de inseguridad alimentaria y desnutrición, sin acceso a la salud y al agua potable”.
A través de la región, millones de personas viven al día con lo que ganan como vendedores ambulantes o jornaleros. En Perú, donde el gobierno impuso cuarentenas obligatorias, estas personas no han podido trabajar y muchos se han quedado sin comida o han sido expulsados de sus casas alquiladas.
Entre ellos están personas indígenas que emigraron de sus comunidades amazónicas a las ciudades en busca de trabajo. Los obispos del Perú han pedido al gobierno que ayude a los pueblos que están “totalmente desprotegidos”.
Aunque la pandemia ha frenado las economías de los países amazónicos, la destrucción del medio ambiente, a causa de la deforestación, la minería ilegal y otras actividades, continúa, según dice la declaración de REPAM.
Un derrame de petróleo en Ecuador el 7 de abril afectó a miles de personas que viven en las orillas de los ríos Coca y Napo, dice la declaración.
En Brasil, los legisladores aliados a grandes terratenientes están considerando legislación que minaría los derechos a la tierra de pueblos indígenas y comunidades tradicionales “para favorecer el acaparamiento de tierras, la deforestación y a las empresas depredadoras, regularizando ocupaciones ilegales para la minería y el agronegocio en tierras indígenas”, decía la declaración de REPAM.
Los conflictos sobre derechos a la tierra y el daño ambiental han conducido a “un preocupante aumento de violencia en el campo”, decían los obispos brasileños de la Comisión Pastoral de la Tierra. Cuatro de cada cinco asesinatos del año pasado en conflictos sobre el derecho a la tierra ocurrieron en la región amazónica.
“El cuidado de las personas y el cuidado de los ecosistemas son inseparables”, dijo la declaración de REPAM, citando “Querida Amazonía”, la exhortación papal publicada por el papa Francisco después del Sínodo de los Obispos para la Amazonía de 2019.
Los líderes eclesiales de Amazonía exhortaron a “todas las personas de buena voluntad, para juntar esfuerzos en defensa de la ‘Amazonía querida, con todo su esplendor, su drama y su misterio ‘”.
Por Barbara Fraser