SAO PAULO—En un sector de la ciudad de Sao Paulo, donde las muertes violentas son comunes y las muertes por el COVID-19 no le causan mayor preocupación a la población, la Iglesia Católica de Brasil ha iniciado una campaña para tratar de convencer a aquellos que no trabajan en servicios esenciales que mantengan el distanciamiento social y se queden en casa.
La campaña “Quero te ver de novo” (Quiero verte de nuevo) en Brasilandia, uno de los sectores más pobres de la ciudad de Sao Paulo, busca difundir la importancia de mantener la distancia social para proteger a la población de ser contagiada con el coronavirus. Representantes de la iglesia, sin embargo, admiten que la tarea no es fácil.
“En esta zona el distanciamiento social es complicado, casi imposible. Las viviendas son pequeñas y hay muchos familiares viviendo en ellas. La distancia social tan importante no se practica aquí”, dijo el obispo auxiliar de Sao Paulo Devair Araujo da Fonseca, quien está encargado de la región episcopal de Brasilandia en la arquidiócesis.
La campaña de la iglesia también trata de eliminar la idea generalizada de que “una muerte más o una menos, no hace una diferencia”.
“Esta es una población que ha vivido muchos años en extrema violencia, con altos índices de desempleo y falta de infraestructura básica. Necesitábamos una campaña que les dijera a ellos: Espérate, cuida de ti y de los demás, porque queremos verte vivo y bien (cuando la pandemia termine)”, dijo Jorge Vicente Barros Ferreira, uno de los coordinadores del departamento de comunicaciones de la Arquidiócesis de Sao Paulo, a Catholic News Service (CNS).
Ubicada en la parte norte de la ciudad, Brasilandia es uno de los vecindarios más poblados de Sao Paulo, con más de 260,000 habitantes. El sector, integrado principalmente por barrios marginales y viviendas rentadas a personas de bajo ingreso, tiene 36 parroquias y 237 comunidades católicas.
Desde que surgieron los primeros casos de COVID-19, la región ha presentado constantemente los más altos números de casos y muertes debido al virus en la ciudad de Sao Paulo, el epicentro de la pandemia en Brasil. Según datos oficiales, hasta el 5 de junio el distrito había registrado 247 muertes y miles de casos confirmados.
Uno de esos fallecidos fue el tío de Rosa María da Costa Oliveira de 69 años, una parroquiana de St. Luiz Gonzaga en Brasilandia.
“Los hospitales aquí estaban desbordados de pacientes. No tenían una cama aquí para él, así que lo fueron trasladando por toda la ciudad hasta que eventualmente murió”, dijo la abuela de 69 años.
La muerte de un familiar hizo que Oliveira se enojara aún más con aquellos que ignoran la medida de usar tapabocas y mantener la distancia social. Desde su apartamento del noveno piso, Oliveira dijo que ve a las madres con niños pequeños y ancianos caminando por las calles a diario sin ninguna preocupación por protegerse ni ellos ni a los demás.
“He discutido fuertemente con amigos sobre la orden de quedarse en casa”, dijo la jubilada. Contó que había salido de su apartamento después de 86 días de encierro –para ponerse la vacuna anual contra la gripe.
Entonces, cuando la iglesia empezó su campaña en mayo, Oliveira dijo que fue una de las primeras personas en apoyarla.
“Yo cambié mi foto de portada en mi página de Facebook con el lema de la campaña desde el primer día”, dijo quien fue imitada por la mayoría de sus hermanos parroquianos.
“Creo que la campaña resume lo que todos deseamos: volver a las celebraciones cara a cara… La campaña nos pide que no nos arriesguemos o pongamos a alguien más en riesgo”, dijo.
Además de la campaña para crear conciencia sobre el distanciamiento social, la iglesia también ha estado ocupada en distribuir productos de higiene y protección al igual que ropa para los necesitados. Según el obispo Fonseca, si hay un lado positivo de la pandemia, es que la gente ha demostrado ser muy generosa.
“Me sorprendió mucho las acciones tomadas por algunas parroquias y parroquianos. Cada tragedia es una oportunidad para que emerja lo mejor de la gente”, dijo el obispo Fonseca, quien ha estado trabajando en la región por los últimos cinco años.
En la parroquia Santa Rosa de Lima –dijo el obispo– las parroquianas empezaron a fabricar mascarillas faciales.
“Lo que se suponía iba a ser un pequeño proyecto resultó ser una gran misión para estas mujeres. Han producido aproximadamente 30,000 tapabocas”, dijo.
“Nuestros parroquianos no han perdido la fe, han encontrado una razón para alimentar la esperanza. La fe no nos adormece”, según el obispo Fonseca.
Dijo que aunque las celebraciones se limitan a eventos virtuales, la iglesia no está cerrada.
“Las puertas de las parroquias pueden estar cerradas, pero su trabajo no se ha detenido. La iglesia continúa en acción”.
Agregó que la campaña para mantener a la gente en casa también ayudará a traerlos de vuelta a la iglesia cuando la pandemia haya terminado.
El lema “quiero verte de nuevo” significa que queremos que te quedes en casa ahora así puedes estar vivo en el futuro y también significa que cuando las medidas restrictivas empiecen a eliminarse, queremos verte en misas y celebraciones en persona –dijo explicando que hay una preocupación de que cuando finalmente abran las iglesias, los parroquianos estén demasiado temerosos de asistir nuevamente a la misa.
Oliveira, sin embargo, cree que ese miedo es infundado.
“Cuando todo esto se acabe, creo que nuestras parroquias emergerán mejor y más fuertes. Valoraremos más las misas cara a cara, estaremos más convencidos de nuestra fe”, dijo.
Por Lise Alves