CIUDAD DE MÉXICO – Los obispos de México han manifestado su alarma ante el alcance de la crisis de COVID-19, que aseguran que continúa aumentando por todo el país incluso mientras que las autoridades sanitarias permiten la reanudación gradual de la actividad económica.
Los obispos también pidieron una respuesta gubernamental más fuerte ante la pandemia–tanto en el frente de salud como el económico–diciendo que los oficiales de salud tienen una “obligación moral” de “proveer seguridad a la gente en medio de la incertidumbre”. También llamaron atención a millones de familias que sufrieron cuando los principales proveedores de ingresos fueron despedidos de sus trabajos y ahora enfrentan la prospectiva de la pobreza.
“Es necesario que las autoridades civiles hagan todos los esfuerzos necesarios por ofrecer una información sólida y transparente, junto con los números de fallecidos a causa (de la pandemia). Por tanto, sería oportuno que las pruebas fueran generalizadas, constantes y rápidas”, continuaba la declaración, refiriéndose a la baja tasa de pruebas de COVID-19, que está entre las más bajas del hemisferio.
Investigaciones por periodistas han indicado que las muertes por COVID-19 se están subestimando.
La declaración de los obispos llega en el momento en que México se enfrenta a cuestionamientos sobre su estrategia de COVID-19 y una crisis económica, que se calcula que le ha costado 12 millones de trabajos. Se espera que la pandemia haga subir la tasa de pobreza a un 60% de la población, según la declaración de los obispos.
Para el 29 de junio, México había registrado más de 220,000 casos de COVID-19 y 27,100 muertes, según la Secretaría de Salud. Su tasa de mortalidad por COVID-19 se encuentra la séptima entre todos los países y se espera que pronto supere a España y Francia, países ambos que fueron golpeados duramente por el coronavirus, pero se han recuperado algo.
La estrategia de COVID-19 de México ha sido algo peculiar, según los expertos de salud, que dicen que el país ha seguido una política de hacer pruebas únicamente a los pacientes más enfermos, y de depender de modelos de enfermedad para guiar su respuesta. El país lleva a cabo solamente 3.3 pruebas por cada 1,000 personas–25 veces menos que Estados Unidos al 23 de junio, según Our World in Data,
Los modelos del país han producido predicciones erróneas. El doctor Hugo López-Gatell, comisario del coronavirus, dijo que el pico de la pandemia llegaría hacia el 8 de mayo y el número de muertes llegaría a su tope a los 6,000.
La respuesta económica de México también ha sido escasa, mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador ha promocionado la austeridad.
El presidente ha respondido con cortes de gobierno, préstamos de unos $1,000 a las empresas más pequeñas y la continuación de pagos para los beneficiarios de programas sociales. Rechazó planes de rescate de grandes empresas, diciendo que tales soluciones sólo habían beneficiado a los ricos en crisis anteriores, y ha rehusado retrasar pagos de impuestos.
López Obrador también ha aplaudido a las familias, que tradicionalmente proporcionan una red de seguridad a sus miembros en tiempos de crisis.
“México por tradición las mujeres cuidan más de los padres”, dijo López Obrador el 25 de junio. “Con todo respeto a otros países, nos ha ayudado mucho que la familia mexicana tiene la costumbre de ser muy fraterna, muy solidaria, se cuida al adulto mayor, lo dije desde el principio”.
Los obispos también reconocieron la importancia de las familias en el pasar la pandemia, pero dijeron que a las familias les faltan recursos y que la incidencia de violencia doméstica durante la cuarentena se ha disparado.
“Las familias merecen ser reconocidas no solo como célula básica de la sociedad, sino como instancia que compensa en algún modo las carencias en materia de salud que tenemos en el país, sin que esto signifique dejar de buscar cómo superar dichas carencias con políticas públicas apropiadas”, dijeron los obispos.
Con un desempleo que alcanza niveles récord y cierre de empresas y negocios, los obispos llamaron a “la solidaridad y a contribuir lo poco que tengamos”. Pero también urgieron a los legisladores “a proponer mejores soluciones e incentivos” para los sectores productivos del país.
“Descuidar a los generadores de empleo no tendrá ningún resultado positivo a mediano y largo plazo”, dijeron los obispos.
Por David Agren