CIUDAD DE MÉXICO – La Arquidiócesis de la Ciudad de México urgió al pueblo a tomar más en serio las precauciones de la pandemia, diciendo en un editorial que el país no podría disminuir el contagio de COVID-19 a no ser que la población hiciera su parte.
“Ya no hay pretextos, si la pandemia no cede en México es porque, como sociedad, no queremos que ocurra,” decía un editorial del 9 de agosto en la publicación arquidiocesana Desde la Fe.
“Es necesario preguntarnos: ¿Hemos acatado los cuidados necesarios? ¿hemos impulsado un estricto control sanitario en nuestra casa y trabajo? ¿hemos evitado las reuniones, fiestas y visitas innecesarias?” continuaba el editorial.
“De las miles de vidas truncadas, hay una gran responsabilidad en las omisiones, las excusas, la ignorancia y el egoísmo al no asumir nuestra responsabilidad y cuidado del otro.”
El editorial arquidiocesano se publicó después de una semana en que la tasa de mortalidad por COVID-19 de México sobrepasó la cifra de 50,000–la tercera más alta del mundo–y el gobierno federal siguió estando bajo intenso escrutinio por políticas, por ejemplo, no llevar a cabo pruebas de manera extensa y no recomendar el uso de mascarillas inequívocamente.
México ha comenzado a reabrir su economía después de una cuarentena limitada y las iglesias de algunas diócesis–incluso la Ciudad de México–han reanudado sus servicios con una capacidad limitada.
A medida que aumenta la cifra de muertes, los oficiales de salud han indicado más y más los problemas de la población, especialmente el consumo de bebidas azucaradas, las cuales vinculan a las comorbilidades del COVID-19 tales como la diabetes y la obesidad.
Los sacerdotes dicen que muchos feligreses al principio estaban escépticos con las primeras historias de la pandemia, y fueron lentos en adoptar medidas como el distanciamiento social y el uso de las mascarillas.
“La gente pensaba que era una mentira,” dijo el padre Robert Coogan, un sacerdote americano en Saltillo, donde las iglesias siguen cerradas.
Dijo que la gente tiene una larga historia de que se les invada con las mentiras del gobierno–lo cual causó escepticismo al principio de la pandemia–pero tomó medidas cuando las cifras de fallecimientos empezaron a ascender. Pero, a medida que la pandemia se prolonga, muchos han regresado a sus antiguas costumbres.
“La gente está cansada de esto y, económicamente, es muy duro para muchas personas,” dijo el padre Coogan.
En entrevistas durante la pandemia, varios sacerdotes dijeron que la gente ya no ve la necesidad de tomar más precauciones porque el presidente Andrés Manuel López Obrador no lleva mascarilla y habla con optimismo de que la pandemia terminará pronto, en lugar de más tarde.
“No ayuda en nada,” dijo el padre Gustavo Andrade, un sacerdote del estado de Chiapas. “porque yo pienso que nosotros tenemos que dar ejemplo porque si vamos a hablar de cuidarse y nosotros mismos no damos una señal, la gente no cree en nuestra palabra”.
Por David Agren