WASHINGTON – Algunas de las pocas misas que católicos podían atender cerca de San Francisco California, en la zona conocida como el Área de la Bahía, pararon el fin de semana del 22 de agosto cuando obispos instaron a feligreses a orar los unos por los otros, a orar por los bomberos y a quedarse en casa, urgiendo precaución ya que la calidad del aire disminuía en algunas partes del estado debido a los incendios más grandes en la historia de California.
“La gente está simplemente atónita, con la pandemia y el estado de la economía y los problemas raciales y luego, encima de todo eso, los incendios”, dijo el obispo Oscar Cantú de la Diócesis de San José en una entrevista el 24 de agosto con Catholic News Service. “Te hace preguntarte, ¿y qué más falta? Lo último que nos hace falta es un terremoto”.
Órdenes de evacuación han afectado a más de 250,000 californianos, incluso a muchos católicos de la Arquidiócesis de San Francisco y las diócesis de San José, Sacramento y Monterey. Todas, excepto Monterey, están en una lista de ciudades que tienen una tendencia — a nivel nacional — de crecientes tasas de COVID-19.
Más de un millón de acres en el área se quemaron durante una semana, informó la agencia de noticias The Associated Press, causando 7 muertes hasta el 24 de agosto. Se cree que los incendios, que comenzaron el 14 de agosto, fueron causados ​​por relámpagos y se empeoraron por la sequía.
Por las altas tasas de contagio, algunas diócesis en California solo han tenido la opción de celebrar misa al aire libre y, igual que sus hermanos obispos de diócesis cercanas, Monseñor Cantú dijo les dejó a los párrocos la decisión de cancelarlas ya que estar al aire libre podría ser peligroso para la salud de los asistentes.
Los incendios han afectado a los feligreses en más de seis de las 52 parroquias de la diócesis, dijo. Muchos otros están a riesgo de ser afectados.
“Uno de los (incendios) más grandes, en el este de San José, está justo al lado de nosotros … luego hay otro gran incendio al oeste de nosotros, en Santa Cruz”, dijo. “Entonces, nos sentimos como encerrados y eso realmente ha puesto a la gente al borde”.
Pero en medio de todo el caos, la gente aún está haciendo el esfuerzo para ayudar a otros, dijo. La diócesis ha dado a los párrocos información para compartir con sus feligreses, conectándolos con los recursos disponibles en el área y también ofreciendo información sobre cómo prepararse por si les toca ser evacuados “y estar listos para partir en cualquier momento”, dijo el obispo Cantú.
“También estamos compartiendo esa información, y nuestras Caridades Católicas (Catholic Charities) continúan distribuyendo alimentos, lo que han estado haciendo (debido) a la pandemia”, dijo. “Y así, especialmente ahora, están recolectando fondos para apoyar a las familias que perdieron sus hogares durante los incendios”.
En un mensaje de video del 23 de agosto publicado en Facebook, el obispo de Monterey Daniel E. García dijo que los incendios en su diócesis habían causado un “daño profundo” a cientos de familias.
Pidió a los católicos a “unirse como el cuerpo de Cristo para orar los unos por otros”, incluso aunque no pudieran reunirse físicamente para hacerlo. También pidió que tuvieran en cuenta que los párrocos podrían decidir cancelar las misas al aire libre debido a la baja calidad del aire.
El obispo de Sacramento, Jaime Soto, también pidió a los católicos en una carta que se quedaran en casa tanto como fuera posible y dijo que les había pedido a los párrocos que transmitieran misas en vivo “para el beneficio de aquellos que tienen condiciones de salud vulnerables”.
Los incendios han ocurrido en un momento difícil para los californianos, dijo el obispo Cantú, y han quitado el único respiro que algunos tenían.
“La única alegría que la gente tiene (durante la pandemia) es salir a caminar o correr”, dijo. “No podemos hacer eso ahora porque la calidad del aire es muy mala. Estamos muy conscientes de los incendios porque hemos podido oler el humo durante los últimos ocho días y ha sido muy fuerte”.
Escuelas católicas en San José acababan de reanudar clases pon internet y ahora los incendios han agregado estrés para padres de familia, dijo.
“Los padres están agotados porque, los que pueden trabajar desde casa, tienen que hacer varias tareas a la vez, supervisar a sus hijos mientras trabajar desde casa, y ahora, encima de eso, están preocupados por los incendios”, dijo. “Ha sido una cosa tras otra, pero hay algo en nuestra fe, en el mensaje de nuestro Dios: Él está con nosotros especialmente en los momentos difíciles”.
Si leemos las Escrituras, la vida de los santos, “especialmente en los momentos más oscuros es cuando se nos recuerda constantemente que Dios no nos abandona, y ese es nuestro mensaje para nuestros feligreses”, dijo.
“Nuestro Dios es el Dios que camina con nosotros y Jesús no se hizo para atrás durante crisis, en los momentos difíciles”, dijo Monseñor Cantú. “De hecho, se metió directamente entre ellos porque sabía lo que personas experimentan en sus vidas, y está con nosotros. Entonces, creo que el mensaje cristiano es alentador, especialmente en estos momentos históricos”.
Pero es importante reconocer que es un momento de mucho estrés para todos, “para nuestros sacerdotes, para nuestros líderes, para nuestras familias, para los niños”, dijo. Y ha sido especialmente estresante para los bomberos, muchos de ellos cansados después de haber estado tratando de controlar algunos de los incendios más grandes en la historia de California.
“Las agencias gubernamentales en California le han pedido a Canadá y Australia ayuda con los incendios porque nuestros bomberos están completamente agotados”, dijo. “Trabajan las 24 horas del día, los 7 días de la semana, están agotados, están agotados porque nunca hemos tenido tantos incendios a la vez. Por lo tanto, realmente hemos agotado nuestros recursos”.
Aquellos que desean pueden ayudar donando a Catholic Charities, dijo, y pidió a todos los demás que “oren por California”.
Por Rhina Guidos