BOGOTA, Colombia – El padre Luis Carlos Ayala no pudo celebrar misa en su parroquia durante cinco meses. Sin embargo, cuando una empresa de eventos le sugirió que celebrara una “auto-misa” en el estacionamiento de un antiguo hipódromo, el aceptó rápidamente la invitación.
El 30 de agosto, el padre Ayala se paró en un escenario de 20 pies de altura usado para conciertos con su túnica y cáliz, y celebró misa con unos 200 coches presentes. Para la Comunión, el sacerdote descendió del escenario y, caminando a través de un laberinto de autos Renault, Nissan, y Chevrolet, distribuyó la Eucaristía a quienes bajaron las ventanillas y encendieron las luces de estacionamiento.
“Después de estar encerrado durante tanto tiempo, esto es algo maravilloso”, acotó el padre Ayala, quien dirige una parroquia en Chía, un suburbio de la capital de Colombia.
“Hemos estado celebrando misa en línea durante los últimos meses”, explicó, “pero esto nos permite acercarnos más a nuestra gente”.
Desde finales de marzo, Colombia ha tomado medidas de emergencia contra el coronavirus, y eso incluye cerrar iglesias y prohibir la mayoría de las reuniones en interiores.
Esta ha sido una de las cuarentenas más prolongadas del mundo, obligando a líderes de la iglesia a buscar formas creativas de conectarse con sus congregaciones.
En Bogotá, donde el gobierno local ha mantenido cerradas las iglesias durante casi seis meses, las “auto-misas” se han convertido en una de las últimas innovaciones. Sin embargo, la mayoría de las parroquias de la ciudad no tienen el espacio o equipo necesario para realizar estos eventos, por lo que han dependido, en gran medida, de Facebook Live y YouTube para transmitir celebraciones religiosas.
La ciudad tiene 293 parroquias, y cerca del 90 por ciento de ellas han estado usando las redes sociales para transmitir misas, señaló un portavoz de la Arquidiócesis de Bogotá. Muchos colombianos dicen que continuarán transmitiendo algunos servicios en las redes sociales incluso después de que se permita la apertura de iglesias.
“Tenemos que adaptarnos o desapareceremos”, dijo el padre Rafael de Brigard, director de comunicaciones de la arquidiócesis.
La parroquia del padre de Brigard, situada en un área afluente de la ciudad, transmite misa todos los días en Facebook Live, pero también ofrece misas fúnebres en línea.
La parroquia se encuentra al otro lado de la calle de una funeraria conocida y solía tener hasta seis misas fúnebres cada día. Ahora transmite estos eventos en las redes sociales a amigos y familiares de los fallecidos que no solo están en Bogotá sino en todo el mundo.
“Es un servicio que mantendremos después del cierre”, dijo el padre de Brigard. “Todos tenemos seres queridos en diferentes partes del mundo hoy en día”.
El padre Alberto Franco, de la parroquia San Gerardo de Bogotá, indicó que también ha estado ofreciendo misas fúnebres en línea. Él agregó que el cierre de iglesias por seis meses ha obligado a su parroquia a encontrar “nuevos espacios” para compartir la fe, como una reunión diaria en Zoom, donde los participantes realizan estudios bíblicos o simplemente hacen preguntas a sus sacerdotes.
El padre Franco comentó que muchos feligreses son personas mayores para quienes ir a la iglesia también era una oportunidad de “encontrarse con amigos” y sentirse menos solos. Ese tipo de espacio no ha estado disponible durante casi seis meses y dijo tener dudas sobre cuántas personas querrán regresar a la iglesia una vez que se levanten las restricciones.
“Estamos en un momento de incertidumbre”, explicó el padre Franco. “No sabemos en qué medida este confinamiento modificará el comportamiento de la gente”.
El padre Franco también expuso que las finanzas de su parroquia se han visto afectadas por el cierre debido a que los miembros de la parroquia no están acostumbrados a hacer donaciones en línea. La mayoría estaba acostumbrada a donar dinero en efectivo durante la colecta de la misa dominical.
En la Parroquia de Las Aguas en el centro de Bogotá, el padre Carlo Zardin ha optado por un enfoque diferente en el aislamiento. Él decidió no realizar misas en Facebook o YouTube porque su parroquia tiende principalmente a personas mayores y residentes pobres que tienen acceso limitado a Internet y para quienes es más fácil seguir los servicios transmitidos en vivo, por televisión.
En cambio, la parroquia se ha centrado en recolectar alimentos para sus miembros más vulnerables y en hacer llamadas telefónicas a los ancianos para preguntar cómo están.
“Queremos que sientan que hay alguien ahí, cuidándolos”, expresó el padre Zardin. “Las herramientas virtuales ayudan, pero no pueden reemplazar las conexiones humanas”.
Mientras las parroquias en Bogotá continúan adaptándose a las medidas de distanciamiento social, la arquidiócesis está tratando de reabrir las iglesias.
En agosto, se envió una carta al alcalde de la ciudad indicando que las iglesias eran vitales para la “salud espiritual” de la población y deberían estar abiertas siempre que sigan los protocolos de bioseguridad, mismos que incluyen sentar a las personas a dos metros de distancia y exigir que todos utilicen mascarillas.
Iglesias en otras partes de Colombia abrieron la primera semana de septiembre con estas medidas.
Pero la alcaldía de Bogotá sostiene que aún es demasiado arriesgado dejar que se abran las iglesias; el alcalde ha pedido paciencia a las parroquias.
La capital de Colombia tiene una población de 8 millones de personas y ha registrado 225,000 infectados por el coronavirus desde que comenzó la pandemia.
Por Manuel Rueda