WASHINGTON—La inusual transparencia de la Iglesia Católica en un informe que detalla el ascenso al poder del ex cardenal estadounidense Theodore E. McCarrick, a pesar del conocimiento de principales funcionarios de la iglesia sobre sus abusos sexuales, generó sentimientos de traición y dolor después de su publicación el 10 de noviembre.
“Mientras leo el informe #McCarrick estoy indignado”, tuiteó Juan Carlos Cruz, un sobreviviente de abuso sexual por parte del clero, poco después de la publicación del documento tan esperado que hablaba sobre quién en el Vaticano y en la iglesia de Estados Unidos sabía de los abusos del ex arzobispo de Washington.
Muchos se han preguntado: Si los funcionarios de la iglesia lo sabían, ¿cómo le permitieron continuar y, peor aún, por qué fue elevado a cardenal?
El público puede tener dificultades para digerir algunos de los momentos dolorosos y desgarradores del informe, no solo sobre el abuso desatado contra los niños, sino también de la impotencia de los laicos, de las familias católicas. Incluido está el relato de una madre que trató de detener el abuso, mencionándolo a los líderes de la iglesia que hicieron la vista gorda ante la situación, expresó Kathleen Sprows Cummings, profesora asociada de estudios e historia estadounidenses en la Universidad de Notre Dame.
Aun así, es un documento revolucionario, Cummings declaró a Catholic News Service en una entrevista el 10 de noviembre, porque “nadie sale luciendo como un héroe”, y la dolorosa verdad que se encuentra en él da esperanza “de que la Iglesia Católica pueda investigarse a sí misma internamente”, explicó.
McCarrick, de 90 años, fue despedido del estado clerical por el Vaticano en febrero de 2019 luego de una investigación relacionada a las acusaciones de que había abusado de niños al principio de su carrera de más de 60 años como clérigo, y que también había abusado de seminaristas como obispo en Nueva Jersey.
Después de que las acusaciones se hicieran públicas en el verano de 2018, McCarrick se fue de Washington ese otoño para no estar en el centro de la opinión pública. Una vez desterrado de su vida de viajero incansable, acogió una vida de oración y penitencia en un monasterio capuchino en la zona rural de Salina, Kansas. El ex cardenal dejó ese lugar a principios de 2020 y se desconoce su paradero desde entonces.
El informe describe la amistad de McCarrick con San Juan Pablo II, quien, cuando era papa, había escuchado sobre las acusaciones de abuso sexual contra McCarrick cuando consideró nombrarlo obispo, pero escogió creerle al clérigo cuando negó las irregularidades.
“Las capas de complicidad son profundas en esto”, indicó Cummings.
Sin embargo, “reconocer es el primer paso para reclamar poder” sobre el problema, agregó.
“Espero que una forma positiva de leer esto sea decir que los laicos también tienen que desmantelar la cultura clerical de privilegio que McCarrick ayudó a crear y ciertamente a mantener”, expuso.
La publicación del informe generó llamados a una reforma significativa, particularmente para las víctimas.
John Carr, director de la Iniciativa sobre el Pensamiento Social Católico y la Vida Pública en la Universidad de Georgetown, que ha escrito sobre su abuso sexual por parte de un clérigo en el seminario de su escuela secundaria, expresó en un comunicado el 10 de noviembre que aún no había leído el informe, pero a decir “verdad sobre los terribles fracasos pasados”, esperaba que la iglesia reconociera y se disculpara “por el terrible dolor y la pérdida de las víctimas/ sobrevivientes”.
Y, ciertamente, muchos obispos salieron a expresar públicamente su pesar por el pasado. Entre ellos se encontraban el arzobispo de Los Ángeles José H. Gómez, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU., el cardenal Blase J. Cupich de Chicago, el obispo Michael F. Burbidge de Arlington, Virginia, y muchos otros.
“El informe emitido hoy no tiene precedentes y es un momento decisivo, ya que abre el telón de una cultura de clericalismo que ha separado al clero de las personas para las que han sido ordenados para servir”, dijo el cardenal Cupich en un comunicado. “Si bien el informe es una experiencia dolorosa para el lector, no tiene miedo de admitir los fracasos de los líderes de la iglesia”.
Este es otro ejemplo del compromiso del papa Francisco con la responsabilidad, la rendición de cuentas y la transparencia hacia las víctimas-sobrevivientes y todos los afectados por el abuso sexual de menores y otras faltas de conducta por parte del clero y los obispos de la Iglesia Católica, señaló.
El obispo W. Shawn McKnight de Jefferson City, Missouri, quien ha criticado abiertamente el manejo de los casos de abuso por parte de la iglesia, explicó que el informe mostraba la dificultad de cualquier sistema cerrado, “incluso uno de inspiración divina”, para manejar los cargos de mala conducta contra cualquier persona con poder y autoridad; por lo tanto, existe la necesidad de un protocolo que garantice la responsabilidad y la participación de laicos.
“El informe muestra claramente que un sistema cerrado depende del poder del acusado, más que de la legitimidad de las acusaciones, para determinar las respuestas”, dijo en un comunicado. “Necesitamos seguir adelante con las reformas promulgadas recientemente. Los laicos pueden y deben asumir un papel importante para asegurar la transparencia y la responsabilidad de la jerarquía”.
Pero incluso los laicos no son inmunes a participar en el clericalismo y es por eso que leer el informe es importante para todos los que participan en la vida de la iglesia, indicó Cummings.
“Sería un error pensar que solo los clérigos pueden ser culpables de clericalismo porque los laicos también pueden, al dar automáticamente deferencia a los que usan collar, que no darían a nadie más”, expresó.
Ella puso el ejemplo de uno de los casos detallados en el informe, donde el padre de una de las víctimas de McCarrick no reaccionó cuando el clérigo acarició la parte interna del muslo de uno de sus hijos.
“Él, literalmente, no lo ve. No es consiente de ello y es porque el privilegio clerical lo está cegando”, señaló Cummings. “Entonces, creo que es un ejemplo drástico, pero todos tenemos que preguntarnos: ¿Qué estamos dispuestos a permitir que los líderes clérigos hagan que nunca permitiríamos a líderes laicos en entornos profesionales o incluso en entornos eclesiásticos? … ¿Por qué estamos mirando hacia otro lado?”
El obispo McKnight, en una entrevista con CNS el 10 de noviembre, comentó que el informe muestra por qué es importante tener una fuerte presencia de quienes están fuera del sistema cerrado y habitado por clérigos.
“Hay sentimientos naturales, hay presiones naturales con las que otros obispos tendrían dificultades para lidiar … para llegar a la verdad del asunto”, expuso.
“El informe sí indica que hubo obispos que no transmitieron completamente toda la información que tenían”, agregó. “Esa es la razón por la que necesitamos ojos independientes. Necesitamos a alguien que no pertenezca a ese sistema administrativo cerrado”.
Cummings indicó que esperaba que el informe hiciera que los católicos examinaran situaciones a su alrededor y no aceptaran ciegamente lo que el clero, en todos los niveles, dice o hace.
“Es un documento difícil, pero necesitamos muchos, muchos más”, señaló. “Y yo espero que los laicos y sacerdotes también se animen con esto a decir: ‘Tenemos que decir la verdad, no solo sobre McCarrick, sino sobre todos los abusadores’, para que este ciclo no se repita una y otra vez”.