HOUSTON – En lo que habría sido su 48 aniversario, la gran procesión de bailarines y tambores que suele recorrer el centro de Houston en honor a la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe el 12 de diciembre, ha sido cancelada debido a la pandemia, comunicaron los organizadores.
Sin embargo, iglesias individuales continuarán sus celebraciones locales con “matachines” que son feligreses que realizan bailes vestidos con trajes indígenas, dijo Priscella Márquez, presidenta de la Asociación Guadalupana.
Rosarios y misas matutinas darán inicio a las celebraciones, practicando el distanciamiento social y el uso de máscaras. Después, los participantes pueden darse un festín con tamales y otros alimentos, Márquez reveló al Texas Catholic Herald, periódico de la Arquidiócesis de Galveston-Houston.
Márquez, una feligresa de la Iglesia Católica La Inmaculada Concepción en Harrisburg, dijo: “Actuaremos y cantaremos de 5 a.m. a 6 a.m. Luego habrá misa a las 6 a.m. y después puestos de comida disponibles para comprar”.
Como hacen muchas iglesias, se decorará la estatua de Nuestra Señora de Guadalupe y se entregarán decenas de flores, en su mayoría rosas, por respeto y amor, agregó.
Se espera que el evento dure todo el día para que las personas puedan asistir según lo permitan sus horarios.
Un evento que no fue cancelado fue el relevo de la Antorcha de Guadalupe, el cual comenzó en la Ciudad de México transportando una imagen oficial de Nuestra Señora de Guadalupe desde su santuario oficial hasta Nueva York. La imagen es acompañada por una antorcha encendida durante todo el camino por corredores, similar a la antorcha olímpica.
El relevo hizo una parada en la Iglesia Católica del Espíritu Santo de Houston el 30 de octubre, antes de trasladarse a Beaumont hacia el norte, declaró el pastor de la Iglesia del Espíritu Santo, el padre Bill Bueche.
Aplicando los protocolos del COVID-19, los feligreses permanecieron en sus autos durante la misa al aire libre de 7 p.m. y después tuvieron la oportunidad de pasar cerca de la imagen y recibir una tarjeta sagrada, dijo el padre Bueche.
Al dirigirse a sus feligreses el padre Bueche dijo: “¡Nuestra Santísima Madre está haciendo una visita especial una vez más! Por favor haga planes para venir a saludarla. Traiga sus necesidades y peticiones. Traigan su gratitud. ¡Traigan su amor y devoción!”
La Iglesia del Espíritu Santo tiene uno de los grupos más grandes de bailarines folclóricos locales de todas las edades, algunos llevan sombreros de plumas elaborados y vestidos tradicionales de estilo azteca. Los bailarines pisotean al ritmo de los tambores y soplan caracolas.
Después de que la procesión (que se canceló este año) llega al Centro de Convenciones George R. Brown cada año, la gente se reúne para una misa al mediodía celebrada por el cardenal Daniel N. DiNardo de Galveston-Houston y otros sacerdotes.
Una celebración igualmente robusta del día de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, con una procesión que normalmente atrae a 40,000 personas, también ha sido cancelada en la Arquidiócesis de Los Ángeles.
Sin embargo, los fieles de toda la arquidiócesis continúan participando en los nueve días de oración virtual y reflexión previos al 12 de diciembre.
El 6 de diciembre se unieron en oración y esperanza para una procesión virtual y una misa en honor a Nuestra Señora de Guadalupe y San Juan Diego. Esta se transmitió en vivo a través de la página de Facebook de la arquidiócesis para que las familias pudieran honrar a “La Morenita” de manera segura desde casa en medio del aumento de las medidas de seguridad pública relacionadas con el COVID-19.
“Hoy le pedimos a Nuestra Señora de Guadalupe por aquellos que están enfermos, por los moribundos, por los que han perdido la vida y sus familias, por todos aquellos cuyas vidas han sido lastimadas y perturbadas”, dijo el arzobispo de Los Ángeles, José H. Gómez, durante su homilía bilingüe. “Pedimos especialmente por su intercesión para traernos la liberación de esta plaga del coronavirus”.
La celebración, que aborda el tema “Nuestra Señora de Guadalupe: Madre de Sanación y Esperanza”, es la procesión religiosa más antigua de Los Ángeles. Fue establecida en 1931 por católicos mexicanos que huyeron de la persecución del gobierno mexicano durante la Guerra Cristera. El tema reflexiona sobre la importancia de la presencia de María en nuestras vidas, especialmente durante estos tiempos desafiantes.
“En este Adviento, María, Nuestra Señora de Guadalupe, sigue orando por nosotros, sigue trayéndonos a su hijo. Entonces, que Jesús venga de nuevo, a nuestros corazones, a nuestro mundo”, dijo el arzobispo en su homilía. “Déjenlo entrar en sus vidas. Compartan con él sus penas y alegrías. Sientan su amor, escuchen su voz”.
La celebración comenzó con una procesión de autos de una milla de largo por miembros de los grupos guadalupanos, representando a las más de 30 parroquias que participan anualmente en la procesión y misa. Los autos fueron decorados por hogares individuales con flores, imágenes y mensajes en honor a Nuestra Señora de Guadalupe y San Juan Diego.
La procesión de autos comenzó en el Parque Vincent Lugo en San Gabriel y terminó en Misión San Gabriel. El arzobispo Gómez celebró una misa especial al aire libre en el estacionamiento de la misión para así practicar distanciamiento social.
Los celebrantes de la misa incluyeron a los obispos auxiliares de Los Ángeles David G. O’Connell y Alex D. Aclan; padre Juan Ochoa, administrador de la Parroquia Cristo Rey en Los Ángeles y presidente de la Comisión de Nuestra Señora de Guadalupe; padre Chris Bazyouros, párroco de la Parroquia San Marcellinus, que alberga las imágenes de la peregrinación durante todo el año; y el padre John Molyneux, pastor de Misión San Gabriel.
Toda esta tradición honra el tiempo que comenzó el 9 de diciembre de 1531, en una colina cerca de un pueblo rural en las afueras de la Ciudad de México, cuando María se apareció como Nuestra Señora de Guadalupe a un humilde campesino quien iba camino a misa para celebrar la fiesta de la Inmaculada Concepción de María.
Su nombre en náhuatl era Cuauhtlatoazin (“el que habla como un águila”) y en español se llamaba Juan Diego, ahora santo canonizado por el papa Juan Pablo II en 2002.
Rodeada de luz y hablando en su lengua indígena náhuatl, María le dijo a Juan Diego que quería una iglesia construida para manifestar el amor de Jesús y escuchar las peticiones de los fieles. A pedido de ella, Juan Diego se acercó al obispo Juan de Zumárraga, quien dudó de la historia.
Después de que Juan Diego volvió a ver a María el 12 de diciembre, ella colocó rosas dentro de su manto y le dijo que esta sería la señal que debería presentarle al obispo. Cuando Juan Diego abrió el manto, o tilma, para mostrar las flores, el obispo recibió una imagen impresa milagrosa de Nuestra Señora de Guadalupe. El nombre Guadalupe es una versión en español de la palabra náhuatl Coatlaxopeuh que significa “el que aplasta a la serpiente”.
La Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México, que exhibe el manto de San Juan Diego, se ha convertido en uno de los sitios católicos más visitados del mundo, solo superado por el Vaticano y la Capilla Sixtina en Roma.
Por Jo Ann Zuñiga