CIUDAD DEL VATICANO – Mientras la Iglesia Católica celebraba el Día Mundial de la Paz el 1 de enero, el papa Francisco ofreció oraciones por la gente de un Yemen devastado por la guerra, especialmente por los niños de esa nación que se quedaron sin educación y a menudo sin comida por años de guerra civil.
Recitando el Ángelus desde la biblioteca del Palacio Apostólico, el papa no mencionó el dolor de la ciática que no le permitió oficiar un servicio de oración vespertino el 31 de diciembre y la misa matutina del 1 de enero para la fiesta de María, Madre de Dios.
Con Italia en un severo confinamiento para frenar la propagación de la pandemia del coronavirus durante las fiestas y con la lluvia cayendo en una plaza de San Pedro casi vacía, el papa transmitió en vivo su discurso del Ángelus y su oración desde el interior de la biblioteca.
Destacando la conexión entre la fiesta de María, Madre de Dios, y la Jornada Mundial de la Paz, el papa Francisco rezó para que María, “que dio a luz al Príncipe de la Paz y lo abrazó con tanta ternura en sus brazos, nos otorgue desde el cielo el precioso don de la paz, que no puede ser plenamente alcanzado sólo con la fuerza humana”.
“Los esfuerzos humanos por sí solos no son suficientes”, repitió, “porque la paz es ante todo un don, un regalo de Dios que debe implorarse con una oración incesante, mantenido mediante un diálogo paciente y respetuoso, construido con una colaboración abierta entre la verdad y la justicia, y siempre atento a las aspiraciones legítimas de las personas y los pueblos”.
La paz, insistió, es un don que requiere una respuesta humana y un esfuerzo humano.
“Cada uno de nosotros, hombres y mujeres de esta época –cada persona– está llamado a hacer que la paz se haga realidad cada día y en cada lugar donde vivimos, tomando de la mano a aquellos hermanos y hermanas que necesitan una palabra reconfortante, un gesto tierno, una ayuda solidaria”, dijo. “Esta es una tarea que Dios nos da; el Señor nos da la tarea de ser trabajadores de paz”.
El papa Francisco rezó para que el 2021 sea un tiempo de “crecimiento humano y espiritual, que sea un tiempo en el que el odio y las divisiones –y son muchas– se resuelvan, que sea un tiempo para construir y no para destruir, para cuidar unos de otros y de la creación”.
El año pasado, con tanto sufrimiento y muerte a causa del COVID-19, “nos enseñó cuán necesario es interesarse por los problemas de los demás y compartir sus preocupaciones”, dijo.
Un lugar que debería suscitar especial preocupación y muchas oraciones, dijo, es Yemen, donde 25 personas murieron y más de 100 resultaron heridas el 30 de diciembre cuando una bomba explotó en el aeropuerto de Adén cuando llegaban los miembros del nuevo gabinete del país.
Después de nueve años de guerra en ese país, el papa Francisco rezó por “la paz para esa población martirizada”.
“Hermanos y hermanas: ¡Pensemos en los niños de Yemen! Están sin educación, sin medicina, hambrientos. Recemos juntos por Yemen”, dijo.
El papa Francisco también elevó oraciones por el obispo auxiliar Moses Chikwe de Owerri, Nigeria, y su chofer, quienes fueron secuestrados el 27 de diciembre.
A última hora del 28 de diciembre comenzaron a circular en los medios sociales de Nigeria informes de que el obispo había sido asesinado. Sin embargo, la arquidiócesis emitió un comunicado diciendo: “Esta información no está confirmada, es engañosa y no proviene de la arquidiócesis católica de Owerri”.
“Seguimos apelando a que todos se unan al arzobispo en las oraciones por la liberación del obispo Chikwe y del Sr. Nduduisi Robert, su chofer”, dijo la arquidiócesis.
Por Cindy Wooden