CIUDAD DEL VATICANO—La Iglesia Católica no debe convertirse en un recuerdo lejano para los hombres y mujeres de hoy, sino que debe ser un espacio de bienvenida donde todos se sientan en casa, dijo el papa Francisco.
Con demasiada frecuencia, la gente dice que la iglesia no tiene relevancia en el mundo de hoy, o la percibe como “demasiado poderosa en contraste con las grandes pobrezas del mundo”, dijo el papa el 21 de septiembre.
“Yo diría que está bien preocuparse, pero sobre todo estar consciente de si se percibe una iglesia mundana, es decir, que sigue los criterios de éxito del mundo y olvida que no existe para proclamarse a sí misma, sino a Jesús,” dijo.
El papa Francisco dirigió sus comentarios a 300 personas que participaban en una reunión internacional de escuelas, movimientos y asociaciones involucrados en la nueva evangelización El Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización patrocinaba la reunión.
Reflexionando sobre el tema de la reunión, “¿Es posible encontrarse con Dios? Los caminos de la nueva evangelización”, el papa Francisco dijo que como los discípulos en el camino de Emaús, a veces las personas no reconocen a Dios incluso cuando está muy cercano a ellas.
Una Iglesia más preocupada con “defender su buen nombre” que con proclamar el Evangelio, advirtió, termina siendo “un bello artefacto de museo en lugar del hogar sencillo y festivo del Padre”.
“Lo que nuestros hermanos y hermanas a menudo nos preguntan, quizá sin ser capaces de formular la pregunta, corresponde a una de las necesidades más profundas: amar y ser amados, ser aceptado tal como se es, encontrar paz en el corazón y una alegría más duradera que el entretenimiento”, dijo.
El papa Francisco dijo que la Iglesia puede salir al encuentro de otros siguiendo el ejemplo de Jesús con los discípulos de Emaús, que “no es tanto por la enseñanza, nunca por el juicio, sino por el hacernos compañeros de camino”.
La iglesia logra esto no “intentando tener respuestas inmediatas, y sin dar respuestas pre-elaboradas, sino más bien compartiendo las palabras de vida que no se dirigen a hacer prosélitos, sino que dejan espacio al poder creativo del Espíritu Santo que libera el corazón de la esclavitud opresora, y lo renueva”, dijo el papa.
Proclamar a Dios a los demás, añadió, no significa “justificar su existencia”, porque “hasta el demonio sabe que Dios existe”. En cambio, la Iglesia cumple su deber de proclamar el amor de Dios “dando testimonio de la alegría de conocerle”.
“Dios no es la respuesta a una curiosidad intelectual, ni a un compromiso de la voluntad, sino una experiencia de amor, llamada a convertirse en una historia de amor”, dijo el papa Francisco. “El misterio de Dios nunca se agota; es tan inmenso como su amor”.
By Junno Arocho Esteves