NUEVA YORK—Para los preguntan por qué la Iglesia Católica parece estar “obsesionada” con los pobres, dijo el secretario de estado del Vaticano, “la respuesta es simple: Porque eso es quienes somos”.
“Porque cuidar de los hambrientos, de los sedientos, de los forasteros, de los desnudos y de los encarcelados”, dijo el cardenal Pietro Parolin, “es la medida que usará nuestro Señor Jesús para medir cuánto hemos vivido el mayor mandamiento del amor”.
El cardenal Parolin se dirigió el 27 de septiembre a los invitados de la Cena Pro-Pontifice en la Universidad jesuita de Fordham durante una visita a Nueva York encabezando la delegación del Vaticano en la apertura de la LXXIV Asamblea General de las Naciones Unidas.
El cardenal participó en 12 eventos de las Naciones Unidas durante la semana de apertura del organismo mundial, junto con el arzobispo Bernardito C. Auza, el observador permanente del Vaticano ante las Naciones Unidas, y su equipo.
El cardenal Parolin aceptó el “Índice de Pobreza Global del papa Francisco, de Fordham” de estudiantes graduados del programa de economía y desarrollo de la universidad.
El cardenal Parolin dijo que la compasión por los que sufren y los pobres es la definición del camino apostólico. Es lo mismo que inspiró a los estudiantes a elaborar el índice con el objetivo de conocer la situación de los pobres para poder ayudarlos a convertirse en agentes dignos de su propio desarrollo de modo que puedan vivir una vida digna de los hijos de Dios, dijo.
El cardenal Parolin dijo que la Iglesia Católica juega un “papel fundamental como el más importante proveedor de una educación de calidad” en muchos países. Dijo que la iglesia “lleva aproximadamente 220,000 escuelas a todos los niveles, desde Kinder a escuelas graduadas, educando a aproximadamente 68 millones de estudiantes de todo el mundo, muchos de los cuales no son católicos, ni siquiera cristianos”.
“Las escuelas católicas sirven a las sociedades, no solo de la iglesia mientras que se mantienen fieles al enfoque distintivo de la educación católica que está enraizado en la sabiduría del Evangelio y en la pedagogía de siglos de experiencia”, dijo.
Ya que las escuelas católicas sirven para formar estudiantes y ayudarlos a convertirse en sabios y genuinamente compasivos, el cardenal Parolin dijo que los gobiernos deberían ofrecerles “apoyo, incluso económico, y reconocer su inestimable contribución a la sociedad y la posibilidad que les ofrecen a los padres de escoger libremente el tipo de educación que desean para sus hijos”.
Por Beth Griffin