CIUDAD DEL VATICANO—La gente de los países occidentales necesitan ver las distintas expresiones culturales de fe que existen en otros lugares del mundo, dijeron algunos participantes en el Sínodo de los Obispos para la Amazonía.
Se pidió a los panelistas que asistieron a una rueda de prensa en el Vaticano el 7 de octubre que comentaran sobre el modo en que algunas personas en las redes sociales expresaban estupefacción, desprecio o preocupación por la presencia de una talla de madera de una mujer embarazada con los pechos descubiertos durante un servicio de oración en los Jardines Vaticanos el 4 de octubre, y sobre el hombre indígena con un adorno de plumas en la cabeza, que llevó las ofrendas en la Misa del 6 de octubre.
“Es incluso más importante que el mundo de Europa y Roma aprendan que otras culturas también saben hablar sobre la vida, sobre el bienestar y sobre la convivencia fraternal”, dijo el obispo Emmanuel Lafont, nacido en Francia, que dirige la Diócesis de Cayenne en la Guyana francesa cerca de la cuenca del Amazonas.
Es importante que la gente vea que hay otro modo de vivir, y que no es solamente consumir y acumular cosas”, dijo a través de un traductor.
“No puede haber una única voz. Cada cultura tiene su voz y su sabiduría”, añadió.
Dijo que hacía años les había dicho a los obispos de Francia que si iban a hablar sobre la ecología, también tendrían que escuchar a lo que los pueblos indígenas de los continentes americanos y africano tenían que decir sobre su relación con la naturaleza.
En un tiempo, estos modos indígenas de vida se habrían considerado formas de idolatría y un signo de falta de civilización, “porque pensábamos que solo nosotros teníamos la verdad y los demás pueblos no tenían nada”.
El brindar visibilidad a las diferentes expresiones y culturas no solo constituirá una gran parte de las discusiones del sínodo, sino que también será “un gran servicio que ofrezcamos a aquellas personas que creen que están más civilizadas que los demás”, dijo el obispo Lafont.
El obispo David Martínez de Aguirre Guinea, vicario apostólico de Puerto Maldonado, Perú, dijo a los reporteros que la mejor respuesta a las preocupaciones de la gente sobre los adornos o expresiones indígenas es dar a los indígenas más visibilidad.
El adorno de cabeza indígena se lleva en ocasiones muy especiales — como la Misa de apertura del sínodo, dijo.
Estas imágenes son muy “llamativas” y eso puede dificultar a algunas personas el pasar más allá de las apariencias y mirar más profundamente para descubrir lo que de verdad está en el corazón de este pueblo, dijo el obispo, miembro de la Orden de Santo Domingo.
“Hay muchas cosas que descubrir” sobre el pueblo de la Amazonía, y la iglesia les puede ayudar a mostrar al mundo quiénes son, añadió. Podemos descubrirlo en su contacto, su manera de relacionarse con la naturaleza, su manera de relacionarse unos con otros, su modo de establecer alianzas y de no acumular en la vida nada más que relaciones humanas”, dijo.
“Tienen su propia voz”, dijo el obispo, y la iglesia quiere ayudarlos a hablar por sí mismos en lugar de simplemente ser objetos de la atención de otros.
Comentando sobre la talla de la mujer embarazada, el obispo nacido en España dijo que había visto la imagen antes y que parece ser un símbolo no específico de fertilidad, de vida y de la mujer.
Se podría considerar que la estatua está simbolizando “a la Amazonía como una entidad preñada de vida para todo el planeta, para todo el pueblo”.
La hermana Alba Teresa Cediel Castillo, miembro indígena de la Congregación de Hermanas Misioneras de María Inmaculada y de Santa Catalina de Siena dijo que estaba de acuerdo con la interpretación del obispo.
Pero ella dijo que añadiría que es su esperanza que “este embarazo, esta vida que estamos celebrando en el sínodo, dé a luz y no resulte en un aborto involuntario”.
La hermana Cediel dijo que trabaja con hermanas que sirven a los pobres e indígenas, tanto en grandes ciudades como en áreas remotas de la región amazónica.
Las religiosas “tienen una gran presencia en la Amazonía”, dijo. “Hay muy pocos sacerdotes y puede que tengan que ir de un lugar a otro”, tratando de servir a muchas personas diseminadas por vastas distancias.
“Pero nosotros (hermanas) tenemos una presencia constante en la educación, cuidados de salud, en proyectos que tienen (las comunidades) para el desarrollo”, dijo.
En virtud de su bautismo, dijo “acompañamos a los indígenas en diversos eventos”.
Cuando “un sacerdote no puede acudir y hay necesidad de un bautismo, bautizamos”, dijo. “Si alguien quiere casarse, ahí estamos y somos testigos del amor de esta pareja.
“Y muchas veces hemos escuchado confesiones”, dijo. “No hemos dado la absolución, pero en lo más profundo de nuestro corazón, con la humildad con que se acerca este hombre o esta mujer, en momentos de enfermedad, o cuando están próximos a la muerte, creemos que Dios Padre obra ahí también”.
“La presencia de mujeres en la Amazonía es grande y muy fecunda”, con la presencia de muchas misioneras y congregaciones religiosas, dijo la hermana Cediel.
“Creo que la mujer debe tener una mayor participación en la vida de la iglesia, pero poco a poco. Llegaremos, pero poco a poco”, y con diálogo, dijo.
Por Carol Glatz