GUADALAJARA, México—Un sacerdote mexicano y un gestor de un refugio de migrantes sufrieron un intento de extorsión y más tarde en el mismo día, un robo violento en la residencia de su parroquia.
Éste fue un ejemplo más de la violencia que afecta a los sacerdotes en México y de cómo los defensores de los migrantes están siendo acosados. El robo se produjo en medio de una ola de asaltos a las parroquias — a menudo durante la Misa — en la segunda ciudad más grande de México.
Una declaración publicada el 24 de octubre, el Albergue de Migrantes y Refugiados de Tlaquepaque, un suburbio de Guadalajara, decía que el personal del albergue recibió una llamada telefónica ese día diciendo que el padre Alberto Ruiz Pérez había tenido un accidente. Quien llamaba pedía que el dinero destinado a construcción en el centro se le entregara a un sacerdote al que no nombraban, que iría a recogerlo.
No había habido accidente y “cuando llegó el padre Ruiz, (el personal) se dio cuenta de que había habido un robo mediante una notificación falsa”.
Más tarde esa misma noche, después de terminar sus tareas en su parroquia, una pareja llegó a la residencia parroquial solicitando un “servicio religioso”. El hombre empujó al padre Ruiz, sacó un arma y cinco individuos armados más entraron en la residencia, robando artículos personales y aproximadamente $1,050 en efectivo, según la declaración.
En los últimos años, las parroquias católicas de México se han convertido en objetivo de ladrones, a pesar de que el 83% de la población, según el censo, dice ser católica.
Al menos 27 sacerdotes han sido asesinados en México desde 2012 según el Catholic Multimedia Center. Los líderes eclesiales han sido incapaces de encontrar un rasgo común en los asesinatos de los sacerdotes, aunque el robo se cita a veces como móvil.
El periódico Milenio informó el 12 de octubre que un grupo armado en Guadalajara había asaltado cuatro parroquias en un espacio de dos semanas, entrando durante la Misa y exigiendo que los asistentes entregaran sus carteras, dinero y teléfonos celulares.
Los defensores de migrantes también se han sentido vulnerables en recientes meses mientras que el gobierno mexicano intensifica las normas sobre los migrantes indocumentados que atraviesan el país.
Esta intensificación ha llevado a la policía y miembros de la Guardia Nacional a intentar entrar en albergues para migrantes — incluso algunos dirigidos por diócesis, parroquias, religiosos y religiosas — para intimidar a migrantes en los alrededores de los albergues. Una ley de inmigración de México del 2011 prohíbe a los oficiales migratorios entrar en albergues sin permiso.