BALTIMORE—En un extenso reporte sobre la política de inmigración, los obispos de EE.UU. se enteraron el 12 de noviembre del triste panorama que enfrentan los inmigrantes y refugiados que tratan de buscar refugio en Estados Unidos. Pero también conocieron más de la amplia red de organizaciones católicas que tratan de ayudar, incluso cuando ellas mismas también encaran retos.
El arzobispo de Los Ángeles José H. Gómez, presidente-electo de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), explicó cómo la reducción en el número de refugiados que son admitidos a EE.UU. ha llevado al cierre de 18 programas de Caridades Católicas en el país, que estuvieron al servicio de los refugiados por más de 40 años.
Y ello se debe a que el límite en el número de refugiados que se permite ingresar a Estados Unidos sigue siendo reducido por la administración Trump. La administración aprobó que sólo 18,000 refugiados sean admitidos durante el año fiscal 2020, cuando el número promedio aceptado en administraciones anteriores, republicanas o demócratas, ha sido de aproximadamente 95.000 –dijo el arzobispo Gómez.
“Lo que está ocurriendo aquí es verdaderamente una enorme reducción en nuestro compromiso con los refugiados”, dijo el arzobispo. “Lo que es preocupante es que estamos reduciendo estos números en un momento en que la necesidad es mayor”.
El reporte se centró en el reasentamiento de refugiados, el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), el Estatus de Protección Temporal y la crisis humanitaria en la frontera sur con México –programas ampliamente respaldados por el cuerpo de obispos, financieramente y por medio de esfuerzos estratégicos.
“Seguimos extremadamente preocupados por esta situación y el compromiso de nuestra nación de brindar seguridad y refugio a aquellos que encaran una persecución que amenaza sus vidas al igual que con la reducción en el número de refugiados”, dijo el arzobispo Gómez. “También enfrentamos una orden ejecutiva que permite que los funcionarios de estados y ciudades rechacen a los refugiados de sus comunidades”.
Se está creando “una situación confusa a lo largo del país”, donde algunas localidades les dan la bienvenida a los refugiados y otras los rechazan –dijo el arzobispo.
El obispo Joe S. Vásquez de Austin, Texas, presidente del comité de migración de la USCCB, brindó una actualización de las políticas en la frontera entre EE.UU. y México y sus implicaciones en la dignidad y vida humana. Dijo que este año vio una de las mayores cantidades de detenciones en la frontera.
“Ciertamente ha habido años en los cuales más gente ha intentado cruzar la frontera de EE.UU. –dijo– pero la proporción de niños y familias vulnerables migrando ha sido mayor que lo usual. Nuestras caridades católicas y diócesis han estado asistiendo a familias en la frontera, brindándoles alivio y cuidado humanitario y han sido ampliamente reconocidas por esta labor”.
Pero la administración ha respondido al elevado número de llegadas con políticas que restringen enormemente sus posibilidades de ingresar, denominadas Protocolos de Protección de Migración, conocidas popularmente como el programa “Quédate en México”, el cual requiere que casi todos los individuos que buscan asilo en Estados Unidos esperen en México mientras su solicitud de inmigración es revisada –dijo el obispo Vásquez.
“Si bien esta medida puede parecer razonable, en teoría, las repercusiones prácticas de la política es que los que buscan asilo –incluyendo muchas familias- deben esperar en condiciones muy peligrosas e inseguras por largo tiempo a fin de ejercer sus derechos legales”, agregó.
“Por ejemplo: en ciertos sectores de la frontera sur, ellos tienen que esperar varios meses por sus audiencias de inmigración”, dijo el obispo.
“Durante ese lapso, las familias tienen poco acceso a una vivienda decente y hay pocos abogados que les ayuden a preparar sus casos”. Otra medida de grandes consecuencias es la regulación sobre asilo del presidente –dijo.
“Esta disposición impide que la gente solicite asilo en Estados Unidos si han viajado a través de otro país, a menos que sean víctimas de tráfico o se les niegue el asilo en otro país”, dijo el obispo Vásquez. “Esta norma está siendo desafiada en un litigio legal pendiente”.
La Corte Suprema de EE.UU. ha permitido que sea implementada mientras el caso legal se resuelve en cortes menores –dijo– pero la disposición muy poco comprendida por los solicitantes de asilo deja a miles desamparados en México.
“Estamos muy preocupados por el elevado número de personas que están esperando en México en este momento”, dijo el obispo Vásquez. “Una preocupación particular son las familias que tienen discapacidades de salud física y mental y mujeres embarazadas que no deben ser objeto de estas nuevas disposiciones, pero todavía son obligadas en algunas ocasiones a esperar en peligrosas condiciones. Esto contradice las propias directrices de la norma de la administración y no respeta la dignidad y fragilidad de la vida humana”.
Las consecuencias de estas políticas en el ser humano son inmediatas y serias –añadió.
“La cifra de personas que llegan es drásticamente menor en la frontera entre México y EE.UU., con muchos individuos que están encarando explotación o disuasión agresiva en México a lo largo del camino”, continuó el obispo Vásquez. “Hay intensas necesidades humanitarias del lado mexicano de la frontera, el cual carece de la infraestructura necesaria para atender a aquellos en necesidad y está afectado por desórdenes civiles y la presencia de pandillas.
“Hay aproximadamente 60,000 personas esperando en México con cifras en aumento mientras la nueva disposición continúa siendo implementada a lo largo de la frontera entre EE.UU. y México”.
Durante el periodo de comentarios después de la presentación, muchos obispos expresaron su tristeza por la situación y le pidieron a la conferencia que haga más para ayudar. Uno de ellos fue el arzobispo Borys Gudziak el metropolitan para los católicos ucranianos de EE.UU. basado en Filadelfia.
“Lo que ustedes nos están mostrando y lo que veo aquí en la sociedad es para llorar”, dijo. “Este país fue siempre hospitalario. Este país necesita de los inmigrantes para su economía. Este tono de odio que se está propagando es algo realmente problemático y se propaga desde EE.UU. a otros países. Se considera como un modelo para tratar a la gente que se está movilizando”.
Dijo que los obispos tienen que elevar más sus voces y ser más claros en estos asuntos en la arena pública.
El arzobispo de Miami Thomas G. Wenski instó a la acción, especialmente en cuanto al programa DACA, del cual la Corte Suprema escuchó los argumentos orales el 12 de noviembre –pero no será hasta junio cuando emita una decisión sobre si fue legal la cancelación del programa. En ese entonces, el país estará distraído con las convenciones políticas en camino a la elección presidencial de noviembre –dijo el arzobispo.
“De modo que, el momento de actuar es ahora mismo”, agregó.
El obispo Mark J. Seitz de El Paso, Texas, calificó los acontecimientos en materia de inmigración como “una batalla por el alma de nuestro país”.
Habló de la crisis humanitaria al otro lado de la frontera, donde miles de inmigrantes están varados en territorios peligrosos a causa de las políticas de EE.UU.
“Ellos han escapado de sus países de origen y no pueden regresar ya que enfrentan serias consecuencias y tampoco pueden avanzar”, dijo. “No podemos, como iglesia que se llama universal, voltear la mirada ante esta crisis frente a la puerta de nuestro país”.
Algunos se han detenido a analizar el problema simplemente porque la cifra de personas que están llegando al país ha disminuido, pero eso no significa que los problemas que los impulsaron a venir aquí han acabado –dijo.
“Les pido que estén conscientes de esta necesidad y hagan lo que puedan para apoyar cualquier iniciativa para asistir a aquellas personas que están siendo dejadas allí en este limbo”, le pidió al cuerpo de los obispos.
El obispo Jaime Soto de Sacramento, California, subrayando que el país acaba de conmemorar el Día de los Veteranos, dijo que quería mencionar que entre los veteranos existe un significante número de inmigrantes e hijos de inmigrantes que sacrificaron sus vidas sirviendo a Estados Unidos.
En ese contexto, las políticas de inmigración de la administración Trump que estaban analizando los obispos son “una traición a los ideales y sacrificios que han hecho estos hombres y mujeres y que han hecho sus familias”, dijo.
Por Rhina Guidos