WASHINGTON—Tres jóvenes adultos de los 700,000 que se calcula que están beneficiando del estatus de Deferred Action for Childhood Arrivals (Acción Diferida para lo Llegados en la Niñez, o DACA) todavía tienen esperanza después de años de escasa acción en su nombre en el Congreso y las cortes de Estados Unidos, incluyendo la auditoría del 12 de noviembre ante la Corte Suprema que podría permitirle a la administración Trump cancelar el programa.
Los tres jóvenes entrevistados por Catholic News Service nacieron en México y llegaron a Estados Unidos cuando tenían menos de cinco años. Los tres eran parte de un programa de “testigos públicos” de la Red de Solidaridad Ignaciana, que se habían congregado temprano en la mañana del 18 de noviembre a pocos bloques del Capitolio de los Estados Unidos en una plaza llamada, irónicamente, Columbus Circle.
Después de un rally, los jóvenes adultos y unos 1,500 participantes en un fin de semana de enseñanza de la Red Ignaciana de Solidaridad, sobre temas de justicia social–entre ellos la inmigración y el medio ambiente–visitaron a miembros del Congreso para ser la cara del DREAM Act.
El proyecto legislativo DREAM, que es un acrónimo de Development, Relief, and Education for Alien Minors (Desarrollo, Alivio, y Educación para Menores Extranjeros)–otorgaría estatus de residencia legal a inmigrantes cualificados que entraron a Estados Unidos siendo menores de edad.
Para Saúl Rascón Salazar, de 18 años, en su primer año en la Universidad Loyola Marymount en Los Ángeles, DACA y estar en este país sin documentos legales no habían entrado en su imaginación hasta que tuvo 15 años.
Cuando crecía en Phoenix, dijo, las preguntas que los chicos de 15 años a menudo se hacían los unos a otros eran: “¿Cuándo vas a obtener un permiso de conducir? ¿Cuándo vas a tener tu primer trabajo?” y esas eran también sus preguntas hasta que sus padres le dijeron: “Oh, por cierto, eres indocumentado”.
Rascón le dijo a Catholic News Service que, cuando tenía cinco años, sus padres lo trasladaron a él y a su hermano menor de Sonora, México a los Estados Unidos, porque “Estados Unidos ofrece un sentido mayor de estabilidad, en contraste con la ciudad de origen de ellos”. Sus padres luego tuvieron un tercer hijo, nacido en Estados Unidos.
Rascón, que ahora estudia relaciones internacionales en Loyola Marymount dijo que quería continuar “en la tradición jesuita” después de asistir a la Secundaria Brophy en Phoenix, administrada por los jesuitas, y participa activamente en la campaña Dream On, que defiende el derecho de los jóvenes adultos que tienen status DACA o quienes podrían solicitarlo.
Arlin Téllez, en segundo año en la Universidad Trinity en Washington, tiene una doble especialización en relaciones internacionales y ciencias políticas. Le dijo a CNS que la historia de su vida podría haber jugado un papel en los campos de estudio que eligió.
Téllez, hija única, tiene pocos recuerdos de México, de donde se fue a los cuatro años. “No mucho”, dijo, cuando le preguntaron lo que recordaba. Su familia se estableció en Carolina del Norte. Añadió que le hubiese gustado quedarse en ese estado para continuar su educación, pero “North Carolina tiene muchas restricciones”.
Sin embargo, Téllez pudo asistir a Trinity habiendo recibido una beca completa del DREAM US, que ha proporcionado ayuda de becas a estudiantes en la universidad Trinity así como a cientos de estudiantes en colegios y universidades de los Estados Unidos.
“Nuestra fe nos mantiene fuertes”, dijo Téllez sobre sí misma y otros estudiantes con DACA en Trinity. No tiene miedo por el caso en la Corte Suprema o lo que podría decidir en el caso DACA. El presidente Barack Obama estableció el programa DACA por orden ejecutiva en 2012. El tema en el caso ante la corte es si el presidente Donald Trump tiene razón en su aseveración de que como presidente tiene la autoridad de cortar el programa.
“Las leyes del hombre no son lo mismo que la ley divina de Jesucristo”, dijo Téllez.
José Arnulfo Cabrera, de 24 años –llamado así por el arzobispo mártir de San Salvador, El Salvador, san Oscar Arnulfo Romero– vino a Cincinnati desde el estado de Oaxaca en México cuando tenía cuatro años. Asistió a una secundaria jesuita y pudo asistir a Xavier University, también llevada por los jesuitas en Cincinnati.
Cabrera dijo que puede recordar cuando se dio cuenta de su estatus en el país cuando estaba en el séptimo grado, lo cual le llevó a su trabajo actual como activista y organizador con la Red de Solidaridad Ignaciana. Recuerda un día en que los defensores de DACA ocuparon “todas las oficinas de la campaña de Obama”; él había estado en una de esas en Kansas City.
Y entonces un día, “Mi mamá me llamó por teléfono. Lo recuerdo porque estaba trabajando en un taller de autos. Ella dijo, “Está haciendo el anuncio en este momento” sobre DACA.
Cabrera dijo que el tener status DACA le permitió perseguir una vida de activismo, incluyendo el pasar un año con el lobby católico de justicia social Network. En su trabajo actual, también puede ayudar a su familia económicamente y proporcionar algo de ayuda para los gastos de universidad de su hermana menor.
Tampoco él está preocupado por la posibilidad de que la decisión de la Corte Suprema vaya contra él.
“Creo que es importante ver a tantos compañeros inmigrantes de todo el país” fuera de la Corte Suprema en el día de la auditoría, dijo.
“El DREAM Act, va a ser ley, y estamos luchando por él. Vamos a llevarles la lucha”, dijo Cabrera refiriéndose a los legisladores.
Por Mark Pattison