Viviana es madre de dos pequeños, cuando su hija mayor Giuliana tenía un año y ocho meses, ella decidió hacerse un autoexamen y detectó un bulto en su seno. Al principio pensó que podía ser leche solidificada, ya que estaba dando de lactar a su hija, o un tumor benigno que había vuelto.
“Me mandaron una biopsia, todo fue muy rápido, a la semana efectivamente tenía cáncer de mama, fue una noticia muy dura de enfrentar”, explicó Viviana al medio digital CRHoy. “Eso fue el 31 de julio del 2015. Me diagnosticaron cáncer en las dos mamas, en la axila y en la clavícula”, añadió.
“Todos los que pasamos por ello sabemos que la primera palabra que se nos viene, es ‘muerte’”, comentó. Dijo que sufrió por la noticia, pero decidió luchar porque tenía una hija y un esposo que la amaban.
Una semana después del diagnóstico recibió la noticia más difícil. “Yo tenía un atraso y mi mamá me insistía que me hiciera la prueba. Yo le decía: ‘No, mami. ¡A mí Dios no me va a hacer eso!’”, sin embargo la prueba salió positiva. “Tenía cinco semanas de embarazo y mi oncóloga me dijo: ‘Vivi, si usted no inicia un tratamiento ya, se puede morir. Tenemos que practicarle un aborto’”.
Viviana tenía miedo por ella y por su bebé. Ella debía recibir un tratamiento pronto “porque si el cáncer estaba localmente avanzado estaba en riesgo mi vida”, pero “tenía que decidir si seguir con la vida de mi bebé, o empezar con el tratamiento”.
“Yo le decía a mi esposo que si yo abortaba, yo iba a quedar viva, pero muerta por dentro, porque yo no iba a poder vivir con esa decisión; que, si Dios tenía que llevarse al bebé, que era decisión de Él, no mía”, señala la madre.
Viviana debía pasar por una operación y por nueve sesiones de quimioterapia. “Los médicos no daban un cinco por mi embarazo. Me decían que lo más probable era que el bebé se me viniera antes. Me decían que ellos estaban por mí y no por el bebé, pero yo sentía mucha confianza en Dios y me llené de una paz que a todo el mundo le decía que yo sabía que él iba a nacer”.
Pese a las pocas probabilidades el bebé sobrevivió a la cirugía de cuatro horas, y a las 16 semanas empezó con las quimioterapias. El niño nació en la semana 36, fuerte y totalmente sano, nadie podía creer que ese pequeño hubiera vivido todo el proceso junto a su madre. Por ello, Viviana y su esposo decidieron llamarlo “Gabriel”, que significa “la fuerza de Dios”.
Gabriel cumplirá pronto cuatro años y afirma a su mamá que él la escogió. Viviana comenta que mientras conversaban, el niño le dijo que recordaba “que estaba en el Cielo y usted abrió una puerta, usted entró y hacía mucho frío y usted la cerró. Usted se me acercó y yo sentí una alegría cuando la vi, la abracé, me hice bebé y me metí en su pancita”.
Viviana sabe que Gabriel es un milagro de Dios, que Él “me lo envió a mí para darme vida”, “para saber que Él existe”, “para contarle a la gente que los milagros existen”.
Le pido a Dios que como madre “me dé la sabiduría para saberlo guiar, para saber llevarlo por el camino y que cumpla el propósito que él tiene en esta tierra”, concluyó.