CIUDAD DEL VATICANO—Cuando uno está totalmente enamorado del Señor, la pobreza, la castidad y la obediencia no son sacrificios, sino vehículos de libertad, dijo el papa Francisco en un mensaje a hombres y mujeres consagrados.
Celebrando la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, el papa Francisco pidió a las mujeres y hombres religiosos a ser personas de esperanza, y pidió a todos los católicos que recen por los cientos de miles de mujeres y hombres que continúan consagrando sus vidas totalmente para servir a Dios y a sus hermanos y hermanas.
Dirigido por hombres y mujeres de una variedad de órdenes religiosas que llevaban velas, el papa Francisco entró a una oscura Basílica de San Pedro el 1 de febrero para una celebración de vigilia de Candelaria, la fiesta de la Presentación del Señor, y la celebración del Vaticano de Jornada Mundial de la Vida Consagrada.
Y, en el día de la fiesta, el 2 de febrero, habló sobre cómo cada miembro de la iglesia tiene un papel que desempeñar al compartir las buenas nuevas de salvación en Cristo.
Después de recitar la oración del Ángelus en el día de la fiesta, pidió a la gente en la Plaza de San Pedro que se uniera a él para rezar un Ave María por “los hombres y mujeres consagrados que realizan tanto trabajo, muchas veces a escondidas”.
Los hombres y mujeres religiosos y las vírgenes consagradas “que habéis visto el tesoro que vale más que todas las riquezas del mundo. Por eso habéis dejado cosas preciosas, como los bienes, como formar una familia”.
“Porque os habéis enamorado de Jesús, habéis visto todo en Él y, cautivados por su mirada, habéis dejado lo demás. La vida consagrada es esta visión”, dijo.
Una clave para la perseverancia y la alegría en la vida religiosa es estar siempre conscientes de la presencia de la gracia de Dios, dijo el papa a los religiosos. “El tentador, el diablo insiste precisamente en nuestras miserias, en nuestras manos vacías”, las cosas que uno no logró, la falta de reconocimiento y las luchas que uno ha tenido.
Una tentación que experimenta cada cristiano, incluidos los religiosos, es ver la vida de una manera “mundana” en lugar de enfocarse en la gracia de Dios en el trabajo. Cuando eso sucede, dijo el papa, la gente se va “un poco de éxito, un consuelo afectivo, hacer finalmente lo que quiero”.
Centrarse en el amor duradero de Dios es el único antídoto, dijo el papa.
“La vida consagrada, si se conserva en el amor del Señor, ve la belleza. Ve que la pobreza no es un esfuerzo titánico, sino una libertad superior, que nos regala a Dios y a los demás como las verdaderas riquezas. Ve que la castidad no es una esterilidad austera, sino el camino para amar sin poseer. Ve que la obediencia no es disciplina, sino la victoria sobre nuestra anarquía, al estilo de Jesús”.
“Mirando alrededor, es fácil perder la esperanza: las cosas que no van, la disminución de las vocaciones”, dijo el papa, pero una vida sin esperanza es mundana, no centrada en Jesús y no confiada del amor y la confianza de Dios.
“Si no miramos cada día al Señor, si no lo adoramos, nos volvemos ciegos”, dijo el papa a los religiosos. “Adorar al Señor”.
Por Cindy Wooden