La prudencia tiene dos ojos: uno que prevé lo que uno tiene que hacer; el otro que examina luego lo que uno ha hecho. —San Ignacio
El Arzobispo de Los Ángeles y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), Mons. José Gomez, invitó a los fieles a cultivar en este tiempo de Cuaresma la virtud de la prudencia, definida por San Agustín como la “regla recta de la acción”.
El Prelado hizo esta invitación en su columna semanal en la que recordó que la prudencia, junto con la justicia, la fortaleza y la templanza, forman las virtudes cardinales o fundamentales, “que desempeñan un papel realmente crucial en nuestro carácter”.
Así, en la primera de sus reflexiones por Cuaresma, el presidente de la USCCB recordó la parábola de las vírgenes prudentes que estuvieron preparadas para recibir al novio, y alertó que la sociedad secular “enseña una sabiduría mundana que define la realidad según términos terrenales, materiales, que no hacen referencia a los valores espirituales, a Dios o a los propósitos que Él tiene para nuestra vida”.
En cambio, indicó, la sabiduría de Cristo “va en contra de la sabiduría del mundo. La prudencia nos ayuda a resistir la tentación de pensar del modo que piensa el mundo”.
“Si queremos llegar al Cielo, tenemos que vivir de una manera que nos lleve allí. Como Jesús lo dijo, ningún rey que desee construir una torre o pelear una batalla empieza sin un plan o sin haber hecho cálculos en vistas al resultado”, añadió el Prelado.
“Nosotros también tenemos que hacer evaluaciones y juicios. Debemos hacer ciertas cosas y de evitar hacer otras. Y para eso necesitamos la prudencia”, afirmó.
Por ello, Mons. Gomez invitó a los fieles a practicar estos cinco consejos para crecer en la prudencia:
- Reflexionar frecuentemente sobre el propósito de nuestra vida, que es llegar a ser santos, pareciéndonos más y más a Jesús, y hacer la voluntad de Dios y no la nuestra. Para esto, es útil leer con frecuencia el Sermón del Monte. Este es el plan para la vida cristiana y nos recuerda nuestro llamado a ser santos como Dios es santo.
- Evaluar todo a la luz de nuestro objetivo. Algunas sencillas reflexiones y preguntas pueden ayudarnos a crecer en la prudencia: ¿Qué es lo correcto? ¿Qué es lo más acorde con mi identidad como hijo de Dios creado para amarlo y para amar a mi prójimo como a mí mismo? ¿Qué quiere Dios en este momento?
- Desarrollar el hábito de pensar antes de actuar y no de responder simplemente cuando las cosas suceden. Debemos tomar el tiempo de pensar en las posibles implicaciones y resultados de las diferentes formas de actuar.
- No confundir la prudencia con el miedo, con la excesiva precaución o con la inacción. La prudencia requiere que nos mantengamos firmes en lo que los santos llaman “el deber del momento”. Y la prudencia frecuentemente nos hará audaces y atrevidos porque la prudencia nos muestra lo que es correcto y cómo lograrlo.
- La prudencia también implica el ser lo suficientemente humildes como para buscar un buen consejo. Nos exige mirar hacia adelante y también mirar hacia atrás. La persona prudente examinará honestamente la experiencia pasada y aprenderá de ella, para poder comprender mejor qué hacer y qué no hacer en el futuro.
“Pidámosle a nuestra Santísima Madre María que nos ayude a crecer en la prudencia esta semana, en lo que vamos siguiendo a su Hijo en este recorrido de la Cuaresma”, culmina su columna Mons. Gomez.
La columna completa se puede leer aquí.