MATAMOROS, México—Desde una fila de mesas colocadas entre un montón de carpas, los voluntarios con camisetas verde turquesa repartían bolsas de alimentos básicos como granos, arroz y aceite a una larga fila de solicitantes de asilo en este improvisado campamento en las orillas del Río Bravo.
Vestida con un hábito azul marino, una blusa celeste y sandalias Birkenstock, la hermana Norma Pimentel saludaba a los que buscan asilo y escuchaba sus preocupaciones. Igualmente escuchaba los relatos del sufrimiento de las personas que viven en la miseria de las tiendas de campaña con poca asistencia del gobierno, sobreviviendo en un inseguro poblado fronterizo de México y tratando de navegar en el sistema de asilo de EE.UU.
Las personas que están allí “parecen ser un estorbo para el gobierno, un problema del que tienen que deshacerse”, dijo la hermana Norma desde el campamento, el cual estableció en julio pasado en respuesta a un programa conocido como “Quédate en México”.
“Se creó de modo que ellos lo escondan bajo la alfombra: envíenlo a Matamoros. Ahora es un problema de México”, dijo la religiosa sobre “Quédate en México”.
“Es como darle la espalda a esta realidad. …En tanto el problema no es de Estados Unidos, ya está resuelto, según ellos”.
El programa “Quédate en México” ha obligado a más de 60,000 solicitantes de asilo a esperar del lado mexicano de la frontera hasta que sus solicitudes sean procesadas en cortes de EE.UU. Ha resultado controversial ya que los críticos sostienen que ha destruido el sistema tradicional de asilo.
Abogados de inmigración entrevistados por Catholic News Service (CNS) también argumentan que las disposiciones se han escrito de forma confusa y llenas de irregularidades, incluso establecen que personas inelegibles para el programa –como aquellos que padecen enfermedades– sean enviadas a México.
La Corte de Apelaciones del Noveno Circuito de Estados Unidos anuló el programa, formalmente conocido como Protocolos de Protección a Migrantes, el 28 de febrero, pero posteriormente suspendió el fallo.
La decisión inicial fue bien recibida por la hermana Norma, quien dijo lo siguiente sobre el programa “Quédate en México”: “No podemos estar bien con medidas que contribuyen al sufrimiento de la gente. Si lastiman al ser humano, entonces están erradas y tienen que ser reemplazadas con otras más humanas”.
La hermana Norma lleva tiempo pidiendo que se alivie el sufrimiento de las familias inmigrantes que están llegando a la frontera de EE.UU.
Como directora de Caridades Católicas del Valle del Río Grande, ella estableció un ‘centro de respiro’ en 2014 en la ciudad de McAllen, el cual recibe a migrantes liberados de la Patrulla Fronteriza. Caridades Católicas entonces ayuda a coordinar el viaje a diferentes destinos de Estados Unidos, lugares donde ellos quedarán al cuidado de su familia.
Pero cuando “Quédate en México” fue implementado en el Valle de Río Grande, los inmigrantes dejaron de venir. La hermana Norma seguidamente empezó a cruzar al violento estado de Tamaulipas para atenderlos.
“(Esto) eleva la crisis de inmigración a un nivel incluso más severo”, dijo la religiosa en cuanto a “Quédate en México”.
“De lo que hablábamos antes era de una crisis humanitaria. Esto es incluso peor”, dijo. “Es un abandono total de estas familias en condiciones que son tan horribles”.
El gobierno mexicano prometió brindarles a los solicitantes de asilo el acceso a cuidado médico, trabajo y educación. Pero muchos de los inmigrantes se han visto obligados a defenderse por sí mismos y han sufrido agravios tales como secuestros, entonces las pandillas piden rescate a sus familiares que viven en Estados Unidos.
Organizaciones cívicas e individuos de buen corazón, han aportado fondos para asistir a los residentes de la ciudad improvisada de carpas, personas quienes hasta hace poco no tenían baños –desencadenando enfermedades– y se veían obligados a lavarse y bañarse en “las contaminadas aguas del Río Bravo”, dijo la hermana Norma.
“No fue hasta que tomamos acción que el gobierno mexicano decidió que ellos querían ser parte de la respuesta”, dijo la hermana Norma. “Trabajamos con ellos ahora y han sido de mucha ayuda” en cuanto a mejorar el servicio sanitario e instalar alguna infraestructura.
La Diócesis de Matamoros también brinda apoyo y atención espiritual a los inmigrantes. Además, dirige un albergue para migrantes en la ciudad.
Ese refugio ha tenido pocos huéspedes ya que los migrantes prefieren quedarse cerca del puente –incluso si acampan en las carpas– muchos apegados a la esperanza de que la frontera de EE.UU. abrirá –dijo el padre Francisco Gallardo, director diocesano de los ministerios para migrantes.
“Es una falsa esperanza”, según el padre Gallardo. “Esa es la razón por la que los migrantes permanecen tan cerca del puente fronterizo”.
La reciente decisión de la corte que anula “Quédate en México” aviva las esperanzas en la ciudad de carpas de poder cruzar a Estados Unidos. Muchos migrantes empezaron a empacar sus bolsos y se dirigieron al puente fronterizo cuando supieron la decisión de la corte.
Esa esperanza duró poco hasta que los abogados les dijeron a los inmigrantes al día siguiente que la decisión había sido suspendida.
Les aconsejaron a los que buscan asilo que mantengan su posición, continúen trabajando en sus casos ante la corte y no crucen el Río Bravo ilegalmente, una acción que podría ocasionarles su deportación o remoción rápida.
Realmente, para muchos de los solicitantes de asilo, la paciencia parece estar agotándose.
“Moralmente te aniquila”, dijo José, un electricista de Honduras, refiriéndose al proceso ante la corte. “No te dan ninguna esperanza, incluso si piensas que tienes pruebas” para apoyar una solicitud, dijo, luego dijo que él se había escapado de una pandilla que le estaba extorsionando, exigiéndole pago para poder regresar a su hogar.
Aproximadamente un tres por ciento de los que participan en la iniciativa “Quédate en México” cuentan con un abogado y el índice de personas que ganan su caso es alrededor de 1.4 por ciento –aquellos que tienen representación legal tienen seis veces más probabilidades de ganar–, dijo Jodi Goodwin, un abogado de inmigración de Brownsville. La mayoría de los que ganan sus casos son de Venezuela, Cuba y Nicaragua, cuyos casos son más vinculados a la política, dijo Goodwin, y no del triángulo norte de Centroamérica, donde la gente está huyendo de la violencia de las pandillas.
Los observadores dicen que el número de participantes de “Quédate en México” en la ciudad de carpas de Matamoros está bajando debido a que México está intensificando la aplicación de la ley en sus estados del sur y debido a las nuevas políticas de EE.UU., las cuales limitan las categorías para las solicitudes de asilo y remoción expedita o transportan a los solicitantes de asilo a Guatemala y los obligan a solicitar protección allí.
Los mexicanos que escapan de la violencia en su propio país están manteniendo estable el número de personas en el campamento.
La hermana Norma ve que el campamento –con su infraestructura en aumento– se está adquiriendo un sentido de permanencia.
Normalmente ella lleva a católicos y grupos cívicos que quieren asistir a los migrantes al otro lado de la frontera, pero dice que ellos primero deben ayudar de este lado.
La gente le dice a la hermana: “¿Qué podemos hacer?” y ella siempre empieza diciendo: “Ya hay un montón de refugiados en tu propia comunidad. ¿Por qué no les ayudas a ellos? Ellos necesitan sentirse acogidos. Necesitan sentirse parte de la comunidad”.
“Empieza con ellos. Si quieres hacer más, entonces serás bien recibido en el sur de Texas para ayudarnos”.
Por David Agren