Parroquias intensifican sus esfuerzos en las redes sociales

El padre Ken Gill, párroco de la iglesia Nuestra Señora del Mar en Solomons, Maryland, transmite en vivo las oraciones del mediodía el 19 de marzo de 2020. No se celebran misas públicas en la Arquidiócesis de Washington debido a las precauciones contra la propagación del coronavirus. (Foto CNS -- cortesía la parroquia Nuestra Señora Estrella del Mar)

Nota del editor: La Diócesis de Charleston tiene una lista de parroquias en todo el estado que ofrecen misas en vivo o en línea, muchas en español. Visite el sitio web diocesano en charlestondiocese.org/covid-19-response/online-resources-masses.


WASHINGTON—Cuando, en su esfuerzo por frenar el coronavirus, las diócesis de Estados Unidos anunciaron por primera vez que no iban a tener misa pública, muchas diócesis promovieron la retransmisión de misas por televisión en sus áreas o dispusieron grabar sus propias misas y difundirlas por internet.

Pero, para la segunda semana sin misas públicas, muchas parroquias de todo el país se habían lanzado a la plataforma digital y estaban abriendo sus iglesias a sus comunidades parroquiales y al mundo entero por internet.

Algunos grabaron misas en pequeñas capillas, otros en parroquias y algunos pusieron fotos de feligreses en las bancas. Algunas misas incluían lectores y música; otras simplemente un sacerdote de la parroquia. Algunas parroquias parecieron simplemente grabar la Misa con su teléfono, mientras que otras, con mejor tecnología, lo hacían con una cámara y trípode. Las misas estuvieron disponibles en una sola lengua o en múltiples idiomas.

Para muchas parroquias, este esfuerzo significó establecer un canal de YouTube para la parroquia por primera vez, o desempolvar su página de Facebook para hacer transmisiones en línea. Algunas parroquias pidieron ayuda a sus feligreses más jóvenes, que de pronto se encontraban con tiempo y con la habilidad de hacer esto posible.

El padre Paul Keller, un sacerdote misionero claretiano que trabaja en la parroquia del Centro Católico Newman San Pablo en Fresno, California, dijo que una vez que se establecieron las restricciones de coronavirus, la parroquia hizo planes para transmitir las misas dominicales y diarias.

Durante el año pasado, dijo, la parroquia le había pedido a algunos de sus jóvenes adultos que refinaran todas las plataformas de redes sociales de la parroquia: Twitter, Facebook y el canal de YouTube. Dijo que la parroquia tenía “un banco cerebros de redes sociales” que estaba estableciendo estas plataformas que ahora resultan ser clave.

La parroquia tiene donativos en línea, lo cual también implica un modo de conseguir donaciones por texto y ha estado enviando notas por correo electrónico a los feligreses con recursos espirituales para que les ayude con esta temporada de incertidumbre. La parroquia también piensa llevar a cabo entrevistas, con preguntas hechas en línea, con líderes de la parroquia en Facebook.

No todas las parroquias han estado tan bien preparadas para esta crisis, pero incluso las que no lo estaban, han dado a conocer su disponibilidad y presencia en línea, al menos poniendo las misas en línea.

En Gaithersburg, Maryland, el padre Agustín Mateo, párroco de Santa Rosa de Lima, envió el 21 de marzo un correo a los feligreses sobre el plan de la parroquia de transmitir en línea la misa del día siguiente por el canal YouTube de la parroquia.

“Estas son aguas no navegadas para nosotros. Oramos para que la tecnología funcione para nosotros de modo que ustedes puedan ser parte de este sagrado misterio”, escribió.

La parroquia logró transmitir misas en inglés y en español, que consiguieron más visitas en los días después de ser transmitidas en vivo.

En su homilía, el padre Mateo dijo que no siempre “vemos los milagros de la gracia de Dios, hasta que nuestras vidas se vuelcan, como ocurre ahora”.

Y al final de la Misa, habló con la congregación por internet sobre lo único que podía dar consuelo: aferrarse a Dios para buscar fortaleza en este tiempo en que tantos se sienten impotentes, o sin ningún control sobre las cosas.

Por Carol Zimmermann