CIUDAD DE MÉXICO—La Conferencia del Episcopado Mexicano ha publicado orientaciones éticas a medida que la crisis del COVID-19 se agrava en México y el personal médico podría verse forzado a tomar decisiones de vida o muerte sobre cuales pacientes reciben tratamiento y a quienes se les niega el acceso a equipo.
De manera parecida, los obispos de Inglaterra y Gales se pronunciaron sobre la posible adjudicación de cuidados de salud a pacientes con coronavirus entre crecientes temores de que se estén agotando los equipos de protección y salvación de vidas.
En ambos casos, los obispos reconocieron que aunque se tengan que tomar decisiones muy difíciles durante la pandemia, la edad no debería ser el único criterio para decidir cuáles pacientes reciben cuidado médico.
Las orientaciones de los obispos mexicanos reconocen que el triaje, “la clasificación de los pacientes sea ordenada y justa, de acuerdo con sus posibilidades de sobrevivencia”, es necesaria y tiene lugar en todo el mundo.
Pero los obispos advirtieron que “es previsible que en México sea preciso realizar procesos de selección de pacientes con la finalidad de asignar distintos tipos de atención. Estos procesos se deben realizar tomando en cuenta de manera simultánea: la urgencia del caso, el tipo de necesidad a atender y que los recursos asignados sean lo más beneficiosos posibles para el paciente”.
En una declaración del 20 de abril, los obispos de Inglaterra y Gales dijeron que las decisiones de vida y muerte, tales como “una decisión en contra de ofrecer cierto tratamiento que pueda prolongar la vida de una persona, nunca deberían ser un juicio basado en los merecimientos de la vida de esa persona, incluyendo su edad u otras características sociales, sino más bien una decisión pragmática sobre las posibilidades de que la persona se beneficie de la intervención dada su condición médica”.
“El valor humano no es un valor de nuestra capacidad mental o física o de nuestra función social, nuestra edad, nuestra salud, ni cualquier otra valoración cualitativa”, decía la declaración.
Las orientaciones de los obispos mexicanos, publicadas el 16 de abril, llegan en el momento en que México se enfrenta a una crisis de COVID-19 cada vez más grave, que podría sobrepasar un sistema médico con bajas finanzas y equipo.
México ha confirmado más de 8,200 casos de COVID-19 y más de 860 muertes de la enfermedad, informó el secretariado de salud el 19 de abril, aunque las pruebas han sido limitadas. Hugo López-Gatell, vicesecretario de salud, ha reconocido que el gobierno podría estar subestimando los casos que puede ser ocho veces más prevalentes de lo que han sido reportados.
El 11 de abril el Consejo General de la Salud de México publicó unas orientaciones que muchas personas interpretaron como favoreciendo el tratamiento de los jóvenes por encima del de los ancianos. El 16 de abril, el consejo revisó sus recomendaciones.
Algunos observadores dicen que las orientaciones del gobierno fueron mal interpretadas o malentendidas en un momento en que la respuesta mexicana al COVID-19 ha recibido críticas y los trabajadores de la salud en los hospitales públicos se han quejado de la falta de equipo de protección personal adecuado.
Los obispos ingleses y galeses pidieron transparencia en la adjudicación del tratamiento, mientras notaban que la demanda de recursos en el servicio nacional de salud de Gran Bretaña “está superando las existencias y los responsables de nuestros cuidados y bienestar se enfrentan a decisiones desafiantes”.
Las orientaciones de los obispos mexicanos, que incluyen 10 puntos, también pedían pruebas generalizadas, algo que no está ocurriendo en México.
“Omitir realizar el diagnóstico más profundo posible sobre la expansión de la epidemia no sólo es un error estratégico sino de orden moral: la transparencia en materia de información que afecte gravemente el bien común exige proceder de esta manera”, dijeron.
Las orientaciones también aconsejan “evitar toda acción que de manera explícita o encubierta pudiera ser de tipo eutanásico o conllevar ensañamiento terapéutico”. Además, los obispos pidieron que se proporcione a los trabajadores de la salud el equipo de protección personal adecuado, diciendo que el no hacer esto, “no es éticamente justificable. A nadie se le puede obligar a arriesgar su salud y eventualmente la vida sin la prudente protección”.
En su homilía del 19 de abril, el cardenal Carlos Aguiar Retes, de la Ciudad de México, exhortó al respeto por los trabajadores de la salud, después de que surgiesen relatos de doctores y enfermeros uniformados sufriendo acosos en el transporte público e incluso sufriendo que se les arrojase lejía.
“Los invito a reconocer y valorar a quienes atienden los servicios de salud, y ponen en riesgo constante sus personas, oremos por ellos”, dijo el cardenal Aguiar Retes.
Por David Agren