CIUDAD DE MÉXICO—Cáritas de Honduras ha pedido transparencia en la distribución de ayuda que ha entrado para ayudar a los afectados por COVID-19, que, según una escalada de acusaciones, se ha utilizado para fines políticos en el país empobrecido e invadido por la corrupción.
El padre Germán Cálix, director de Cáritas de Honduras, le dijo a Catholic News Service que el brazo caritativo de la iglesia deseaba una investigación, “para probar o refutar si se están comprando artículos médicos a precios astronómicos y si los oficiales locales–responsables de abastecer de alimentos a las personas en cuarentena–están ofreciendo ayuda solamente a quienes están afiliados con el partido político en el poder.
“Las denuncias son tan grandes y tan frecuentes, es una obligación del gobierno hacer la investigación”, dijo el padre Cálix.
En una declaración en términos muy fuertes, el ministerio juvenil de Cáritas dijo, “Es un clamor popular detener la pandemia del COVID-19, pero es igualmente fuerte el grito de detener el otro virus, la corrupción, que tanto daño ha producido a nuestra sociedad, uno de los causantes de la pobreza del Estado Hondureño”.
La declaración publicada el 30 de abril y titulada, “la pandemia del Coronavirus desnuda la corrupción”, continuaba: “El fantasma de una pobreza más cruda de la que ya hemos arrastrado por años, hace que la población sea sumamente desconfiada, sensible a todo lo que significa abuso de los empleado públicos”.
El presidente hondureño Juan Orlando Hernández ha lidiado con la crisis de COVID-19 declarando una cuarentena y proporcionando ayuda de alimentos, que se distribuyen a nivel local a las personas en sus hogares.
Las acusaciones responden al modelo de una antigua práctica por la que los partidos políticos ofrecen ayuda a cambio de apoyo. Una práctica común también implica la necesidad de que los líderes de partidos den su aprobación para que las personas puedan ser contratadas para ocupar posiciones públicas, dicen algunas fuentes en Honduras.
El padre Cálix dijo que la distribución a nivel local estaba llevándose a cabo con menos problemas que a nivel federal, aunque el Consejo Nacional Contra la Corrupción dijo que se estaban vendiendo mascarillas a precios altos.
“Siempre existen anormalidades”, dijo el padre Edwin Guardado, director de Cáritas en la diócesis de Santa Rosa de Copán. “El gobierno envió unos fondos a cada municipalidad para comprar alimentos… pero siempre hay corrupción”.
Algo de la asistencia de COVID-19, dijo, se destinaba a “personas cercanas a quienes manejan los grupos que supervisan la pandemia”.
El padre Guardado dijo que los empleados de Cáritas y voluntarios de la iglesia estaban distribuyendo alimentos a personas en la zona rural occidental del país.
“Aquí en esta zona hay bastante generosidad de la gente … hay mucha gente que comparte con nosotros”, dijo.
La corrupción ha corroído a Honduras por décadas, pero se ha hecho particularmente notoria en los años recientes y ha manchado a la administración de Hernández. Fondos malversados del sistema de salud acabaron en su campaña electoral de 2013, y los médicos, que protestaron en 2019 durante un brote de dengue, han hecho después acusaciones de saqueo por parte de oficiales públicos.
El padre Cálix dijo que el sector de la salud estaba debilitado y poco preparado para la llegada del coronavirus y que la falta de confianza en las autoridades han hecho que personas en algunas partes del país duden de las advertencias de pandemia que reciben.
Los obispos hondureños han reclamado transparencia en la respuesta a la pandemia, diciendo en una declaración del 16 de abril, “La corrupción echa por tierra todo liderazgo y lo lanza de nuevo a la desconfianza y la ingobernabilidad”.
También pidieron que no se regrese a la “normalidad”, diciendo que eso “significaría que deberíamos aceptar la violencia, injusticia, pobreza, corrupción, violación de las leyes y la Constitución ya que califican todo esto como el verdadero virus que nos empobrece y nos destruye como sociedad”.
Por David Agren