NUEVA ORLEANS—Durante dos meses de aislamiento social, el trabajo de las empresas estadounidenses ha migrado, estando preparado o no, al hogar.
Si pijamas se han convertido en el nuevo traje de trabajo, y el sofá se ha transformado en el nuevo escritorio, ¿dónde deja eso a la Iglesia Católica de Estados Unidos que anhela mantener contacto con sus feligreses a través de liturgias por Zoom y conversaciones espirituales en Facebook Live transmitidas a sus hogares por medios sociales?
Para Scot Landry, evangelista católico con sede en Boston cuya vocación como uno de los líderes de Dynamic Catholic requiere que él piense a lo grande y de una forma audaz, la iglesia en este momento tiene una oportunidad única para enfrentar los desafíos creados por la pandemia del coronavirus.
“Creo que la Iglesia Católica y cada una de sus parroquias van a ser diferentes a causa del virus y la forma en la que hemos respondido”, comentó Landry, quien respondió tomando en cuenta las incógnitas sobre cuánto tiempo llevará encontrar una vacuna o un medicamento terapéutico para combatir el COVID-19. Pero “las parroquias que han invertido en tecnología y comunicación sólida con sus feligreses han tenido mucho mejor rendimiento durante las últimas ocho semanas”.
Landry dijo que uno de los principales avances será el número de parroquias que continuarán con planes de ofrecer donaciones en línea para que las personas puedan “apoyar la misión” fácilmente.
“Algunas de las parroquias que han tenido grandes dificultades en las últimas ocho semanas son las que se apoyaron casi exclusivamente en el ofertorio dominical de cada semana”, expresó Landry al Clarion Herald, el periódico de la Arquidiócesis de Nueva Orleans.
“Litúrgicamente, trear las ofrendas es una parte muy importante de la misa, pero está lejos de ser la ‘mejor’ si nuestras parroquias quieren contar con el apoyo constante de sus fieles”.
Las misas transmitidas en vivo están aquí “para siempre”, aseguró Landry.
“La mayoría de las parroquias en crecimiento continuarán transmitiendo muchas de sus liturgias y muchos de sus eventos en el futuro”, expuso. “La pregunta es cuánto las parroquias van a invertir en ello. ¿Se convierte en una parte central del alcance pastoral o se convierte solo en una parte?”
Los cambios masivos en el aprendizaje remoto de las escuelas también han dado paso a un movimiento tecnológico, mencionó Landry.
“Se va a acelerar la idea del ‘aula invertida’, donde la mayoría de la enseñanza se da por video. Luego, cuando las personas se reúnen con el maestro es más para hacer preguntas”, señaló Landry. “El aula invertida podría ser un gran modelo para transmitir nuestra fe católica a las personas, ya que muchas parroquias han tenido un número limitado de catequistas”.
Landry trabaja con 61 parroquias en 12 diócesis de Estados Unidos. Una de las preguntas más importantes a las que tuvo que enfrentarse es: ¿cuán temerosos estarán los católicos de regresar a misa?
“Aproximadamente el 50 por ciento de los que asisten regularmente a la misa de domingo serán cautelosos al regresar o tendrán miedo de regresar”, comentó Landry, incluyendo adultos mayores y familias con niños pequeños.
“Si bien existe un fuerte deseo de la Eucaristía, ¿cómo volverán a ver los católicos fieles la idea de una iglesia aglomerada y llena de gente? Solíamos observar las multitudes en Navidad y Pascua, mientras tratábamos de encontrar asiento, y decíamos: ‘¿No es maravilloso lo repleto que está?’ Creo que la gente va a mirar una iglesia llena ahora y dirá: ‘¿Realmente quiero estar en una iglesia tan llena?'”
Con la mayoría de las diócesis en Estados Unidos “dispensando” a los católicos de su obligación de asistir a la misa dominical, Landry manifestó que los feligreses pueden comenzar a elegir ir a misas entre semana, cuando las iglesias estén menos concurridas.
Lo más importante que una diócesis, o una parroquia, puede hacer en este momento para sus devotos es “comunicarse más de lo normal”, indicó Landry.
“Es hablar desde el corazón sobre el cuidado de cada uno individualmente y del cuidado de la comunidad cuando se vuelva a reunir y de que queremos sentirnos seguros”, dijo Landry. “Luego, cada parroquia necesita descubrir cómo puede distribuir la Comunión a los confinados en sus hogares o aquellos que eligen quedarse en casa durante este tiempo, un número de gente que es mayor a lo que usualmente se les pide a las parroquias. Eso permitirá que las personas aún participen de la misa y satisfagan esa hambre de la Eucaristía”.
La comunicación es clave, expresó Landry, porque no todos los grupos de edad o demográficos se alcanzan a través de los mismos métodos de comunicación.
“Piensen en términos de las plataformas múltiples: ¿quién es el mejor público para esa plataforma y cómo se podría configurar el mensaje de manera ligeramente diferente para llegar a las personas que leen esa plataforma?” él dijo.
Los boletines impresos y los periódicos católicos siguen siendo plataformas importantes, comentó Landry, “porque para algunas de las personas más generosas con sus donaciones a la iglesia hoy en día es como acceden a información sobre la iglesia y la diócesis”.
Landry está trabajando con 10 parroquias de la Arquidiócesis de Nueva Orleans en un programa piloto para elevar el nivel de evangelización dentro de sus respectivas comunidades.
Landry elogió a la Parroquia María Reina de la Paz en Mandeville, Louisiana, por la forma en que se ha convertido en una parroquia “dinámica” en línea a través de misas, devociones y comunicación por correo electrónico.
También dijo que San Lucas el Evangelista en Slidell, Louisiana, ha realizado misas en línea maravillosas, y San Pío X en Nueva Orleans tuvo la idea de emparejar a dos feligreses que viven solos para servir como amigos telefónicos entre ellos.
Varias parroquias han contactado a los feligreses por teléfono para dejarles saber que están pensando en ellos y para preguntarles si tienen necesidades específicas o peticiones de oración.
“Las parroquias de todo el país están encantadas con la idea de llamar a sus fieles”, expresó Landry. “Mencionamos la idea y probablemente la mitad de nuestras parroquias comenzaron a llamar al día siguiente. Una parroquia en California llamó a 5,000 familias en una semana”.
La conclusión más importante de la cuarentena por el virus, dijo Landry, es el reconocimiento de “cuán frágil es la vida”.
“A veces las personas, particularmente los jóvenes, se consideran invencibles y que podrían ser las primeras personas, además de Jesús, en no morir”, indicó Landry. “La vida es frágil. La soledad es alta”.
“Esta es una oportunidad increíble para que la Iglesia Católica se mantenga a la vanguardia y brinde obras de misericordia espirituales y corporales. Siempre hemos sido la organización humanitaria más grande del planeta”, agregó. “Sería asombroso si por el alcance de las parroquias de hoy en día la gente nos viera como líderes en el cuidado y líderes en la oración”.
Por Peter Finney Jr.