WASHINGTON—Como si enfrentar una pandemia no fuera suficiente, tres de los países más pobres de América Central ahora tienen que enfrentar simultáneamente las consecuencias de fuertes tormentas tropicales.
Para el 3 de junio, se reportaron por lo menos 28 personas muertas y muchas más perdidas, después de que la tormenta tropical Amanda arrasara con la región el 31 de mayo, destruyendo viviendas, desbordando ríos y dañando carreteras, dejando a miles sin hogar. Muchos de ellos acudieron a refugios en El Salvador, Honduras y Guatemala. La región una vez más espera inundaciones, ya que se acerca la tormenta tropical Cristóbal, el 6 y 7 de junio.
El Salvador fue el área más afectada de los tres países, con 22 muertes. Guatemala reportó dos muertos y Honduras cuatro. Agencias de noticias locales reportan al menos 25,000 personas afectadas en los tres países.
Entre las primeras víctimas en El Salvador estuvieron un niño de 8 años que murió cuando la tormenta derribó una de las paredes de su casa, una madre que fue arrastrada por las furiosas aguas mientras trataba de rescatar a sus dos hijos y un conductor cuyo taxi fue arrastrado –según reportes locales.
Organizaciones como Catholic Relief Services enfrentan complicaciones para ayudar a las comunidades debido a las vigentes restricciones establecidas por los gobiernos locales por la pandemia, las que limitan la movilización entre las localidades como una forma de detener el contagio del coronavirus.
“Todavía estamos tratando de calcular los daños. Aún está lloviendo y muchas carreteras y autopistas han sido dañadas”, dijo Robyn Fieser, gerente regional de mercadeo de CRS en Latinoamérica y el Caribe. “La combinación de las restricciones de movimiento por el COVID y el daño a las carreteras, está dificultando el acceso a las áreas remotas”.
Funcionarios del gobierno estaban haciendo gestiones para establecer refugios para la segunda tormenta que se acerca. Algunas iglesias católicas locales, cerradas debido a la pandemia, también ofrecieron albergue. Pero las preocupaciones continúan porque el suelo ya está saturado por los efectos de la primera tormenta y se teme un desastre mayor al poner a las personas en espacios confinados.
Aunque El Salvador ha tenido algún éxito en mantener bajo el número de infecciones de COVID-19, reportando unos 2,700 casos en una población de aproximadamente 6.4 millones, existe el temor de al tener grupos de personas albergadas para protegerse de la tormenta ocasione que se dispare el número de casos, colapsando el frágil sistema de cuidado médico del país.
“Nuestra mayor preocupación son las familias que han tenido que evacuar a los refugios del gobierno en escuelas y centros comunitarios, donde puede que no tengan los materiales que necesitan para protegerse de la transmisión del COVID”, dijo Fieser. “Esto ocurre en un momento cuando las infecciones de COVID se están acelerando en el país. Durante el mes pasado, el número de infecciones aumentó cinco veces, de 22 casos a 110 casos diarios”.
Las inundaciones debido a las tormentas también han afectado el sector de agricultura. Muchos cultivos han sido destruidos por las inundaciones. Muchos estaban contando la cosecha para sobrevivir.
“Esto ocurre en un momento terrible, cuando muchos agricultores justo acaban de sembrar y la seguridad alimenticia ya era una preocupación”, dijo Fieser.
Por Rhina Guidos