CIUDAD DEL VATICANO—Con la tarea de proteger al papa incluso a costa de sus propias vidas, los miembros de la Guardia Suiza Pontificia no solo son especialistas altamente capacitados en seguridad y detalles ceremoniales, sino que también reciben una amplia formación espiritual, dijo el capellán de la guardia.
Los nuevos reclutas, quienes ya deben haber completado el entrenamiento básico en el ejército suizo, también deben fortalecer su comprensión del Evangelio y sus valores, continuó el capellán, el padre Thomas Widmer.
En una entrevista con el periódico del Vaticano, L’Osservatore Romano, el 9 de junio, el padre Widmer habló sobre el tipo de entrenamiento que reciben los nuevos guardias a partir de cada verano.
“Es importante que los reclutas puedan comenzar su servicio bien preparados”, señaló.
Los nuevos reclutas, que normalmente prestan juramento el 6 de mayo durante una ceremonia especial (la cual fue postergada hasta el 4 de octubre de este año debido a la pandemia de COVID-19), asisten actualmente a la escuela de verano en el Vaticano, dijo el capellán.
En el otoño, irán a un campamento militar en Suiza, donde recibirán capacitación más especializada en tácticas y seguridad como parte de su trabajo para proteger al papa, dijo.
“Pero es fundamental que tal tarea arraigue y se profundice en su corazón”, acotó el padre Widmer.
Es por eso que la formación en la fe es tan importante, dijo. “En primer lugar, son hombres amados y deseados por Dios con una misión que se descubrirá cada vez más profundamente”.
“Mi objetivo como capellán es promover siempre su experiencia personal con Jesús: encontrarlo y seguirlo como un ejemplo para servir y dar, de hecho, él le da una nueva calidad a su vida”, continuó el capellán.
La formación espiritual que el padre Widmer busca ofrecer es fortalecer “los cimientos de nuestra fe y vida cristiana”, dijo.
Cuando le preguntaron cómo operaba la guardia, que está compuesta por 135 soldados, durante la pandemia, el padre Widmer dijo que el único cambio ha sido el requisito de que los guardias que manejan todas las entradas al Estado de la Ciudad del Vaticano usen máscaras faciales y controlen la temperatura de todos aquellos que entran al Palacio Apostólico.
Sus deberes ceremoniales, dijo, se han reducido en gran medida debido a que el papa ha recibido menos visitantes en audiencias formales y liderado menos ceremonias y eventos públicos.
Por Carol Glatz