Obispo que tuvo COVID: La muerte no puede alejar a las personas de Dios

El obispo Derio Olivero de Pinerolo, Italia, habla durante una homilía el 14 de junio de 2020, en una misa al aire libre que celebró para agradecer a los médicos y enfermeras que lo cuidaron durante los 47 días que estuvo hospitalizado con COVID-19. Después de haber sido intubado por 17 días y llegar cerca de la muerte por el coronavirus, dijo que lo que realmente le quita el aliento saber cuánto Dios nos ama y se preocupa por cada persona. (Foto CNS-Lino Gandolfo, Vita Diocesana Pinerolese)

ROMA—Un obispo del norte de Italia que había estado intubado durante 17 días, y que estuvo a punto de morir de COVID-19, celebró una misa vespertina al aire libre el 14 de junio con los médicos, enfermeras, personal del hospital y voluntarios de Cáritas que han estado ayudando a otros durante la pandemia.

El obispo Derio Olivero, de Pinerolo, dijo que quería mostrar su gratitud celebrando la misa para que quienes cuidan de otros pudieran “pasar una hora disfrutando el cuidado de Dios, porque Dios siempre cuida de nosotros, incluso durante la pandemia”.

Unas 400 personas, incluyendo el jefe de la unidad de cuidados intensivos en el hospital Agnelli de Pinerolo, asistieron a la misa en el patio del seminario diocesano; todos los participantes llevaban mascarillas y las sillas estaban a seis pies unas de otras.

Para un creyente, siempre existe un futuro con Dios, y ni siquiera la muerte puede cambiar eso, dijo el obispo antes de la misa. “Yo vi cómo podría llegar la muerte–durante dos o tres días, estuvo muy cerca. Pero, ¿saben lo fantástico que es poder decir, ‘Muerte, no te quiero; no vas a tener la última palabra, porque Dios es más fuerte que tú y tú nunca podrás bloquear mi futuro'”?

“Dios cuida de nosotros y eso es lo que verdaderamente nos deja sin aliento”, dijo el obispo haciendo referencia al modo en que el coronavirus ataca los pulmones de una persona. “Sé lo que significa no poder respirar a causa del COVID; es horrible”.

“Un día todos nosotros dejaremos de respirar”, dijo, “pero nuestros afectos permanecerán, y el cuidado de Dios no cesará ni siquiera entonces”.

El obispo estuvo hospitalizado del 19 de marzo al 5 de mayo.

En su homilía, el obispo Olivero comentó durante miles de siglos cómo filósofos y teólogos han ponderado la pregunta de por qué existe el mal.

“El mal puede tener el rostro de una enfermedad–yo he visto eso”, dijo. “O de la muerte de un ser querido–también he visto eso”.

Al enfrentarse a cualquier cosa, desde un dolor de muelas a una enfermedad incurable, todos se han preguntado por qué existe el mal, “y lo hemos preguntado más frecuentemente en estos tiempos del coronavirus”, dijo el obispo.

Pero animó a los participantes en la misa a darse cuenta de que ninguna persona dice, “Por fin me está ocurriendo algo malo”. En cambio, siempre dicen, “Esto no debería estar pasando. La vida no debería ser así”.

Cuando una persona va de paseo a las montañas o recibe un cálido abrazo, o recibe ayuda en un momento de dificultad, “piensa, ‘¡Ah, esto es vida'”, dijo.

El obispo Olivero dijo que durante muchos días en el hospital no había podido comer nada: “Soñaba con gorgonzola,” un fuerte queso nativo del norte de Italia. Y, después de un par de días de solo beber agua, una enfermera le preguntó si quería una cucharadita de café mezclada con el agua. “Wow,” dijo. “Fue extraordinario”.

“Todo esto nos dice que nacimos para cosas buenas y bellas”, dijo. “En un momento en que todos nos sentimos más frágiles y vulnerables, en peligro, incluso más cercanos al sufrimiento o inmersos en él, debemos recordar que Dios nos creó, moldeó y formó para lo bueno y lo bello. Y eso es fantástico”.

Por Cindy Wooden