CIUDAD DE MÉXICO—Recientemente, el padre Esteban López llevó cientos de “detentes”–pequeños emblemas del Sagrado Corazón de Jesús–a un hospital de la Ciudad de México, donde él entra en las unidades de cuidados intensivos para rezar el rosario y visitar a pacientes con COVID-19.
Tenía la intención de distribuir las imágenes del Sagrado Corazón al personal médico y dijo: “Como pan caliente, todo mundo quería un detente y rápidamente nos los acabamos”.
El padre López, sacerdote con los Cruzados de Cristo Rey, una congregación mexicana, les dijo a quienes recibían las imágenes:
“Yo lo que les decía era eso, no es un amuleto para que no se enferme uno, como si esto nos fuera a impedir el contagio, es un signo de que nosotros tenemos de nuestro lado el amor de Cristo”.
La respuesta a la distribución de detentes hecha por el padre López entre los trabajadores de salud de primera línea, algunos de los cuales han protestado públicamente por las malas condiciones de trabajo y la falta de equipos de protección, muestra la profunda devoción del país al Sagrado Corazón, junto con su lugar prominente en la piedad popular de la nación como forma de protección.
Con la rápida propagación de la pandemia de COVID-19 al país–México registró 1,044 muertes el 21 de junio, más que ningún otro país en ese día–los sacerdotes comentan que los mexicanos están regresando a la devoción al Sagrado Corazón. Incluso el presidente se refirió a ella.
El 19 de junio, fiesta del Sagrado Corazón, la arquidiócesis de México publicó una oración, que puso en sus páginas de redes sociales con las palabras: “Por medio de esta oración, le pedimos al Sagrado Corazón de Jesús que proteja a nuestro amado México y a nuestras familias en estos momentos de enorme dificultad, y apelamos a su infinita misericordia”.
El cardenal Carlos Aguiar Retes, de la Ciudad de México, puso un tuit en ese día: “Desde mi niñez, he tenido una devoción especial al Sagrado Corazón de Jesús”.
“Ésta es una devoción profundamente arraigada en México”, dijo Ilán Semo, historiador en la universidad jesuita Iberoamericana de la Ciudad de México. Añadió que el Sagrado Corazón es –después de la devoción a la patrona de México, Nuestra Señora de Guadalupe– quizá la devoción más popular en México y a menudo asociada al lado social y caritativo de la iglesia.
“No se ve en las iglesias; es parte de la piedad popular. Ves el corazón, no necesariamente a Jesús”, dijo el padre Robert Coogan, un sacerdote estadounidense en la ciudad norteña de Saltillo.
“La iglesia pide que una verdadera devoción al Sagrado Corazón sea la imagen de Jesús resucitado y glorificado, mostrando el amor ardiente de su corazón, y que no sea el corazón como talismán, lo cual es bastante popular en México”, dijo Coogan.
De una manera algo controversial, la devoción al Sagrado Corazón se ha utilizado políticamente a medida que la pandemia llegó a México. En su conferencia de prensa del 18 de marzo, el presidente Andrés Manuel López Obrador sacó un par de detentes. Dijo que algunos simpatizantes le habían regalado las imágenes del Sagrado Corazón, que él llamó “mis guardaespaldas”.
“Detente, enemigo, el Corazón de Jesús está conmigo”, dijo leyendo la breve oración de la imagen.
La respuesta del presidente despertó las burlas de las clases opositoras, que observaron que el presidente acababa de regresar de celebrar mítines políticos en que había estado dando la mano y besando a bebés. También fue lento en anunciar las precauciones ante la pandemia–más lento que muchas iglesias y escuelas–y la gente decía que la iglesia parecía estar urgiendo a un enfoque de la crisis de salud más basado en la ciencia.
Algunos observadores también percibieron que el presidente –que a menudo habla de la fe y llama a su partido político MORENA–un nombre para Nuestra Señora de Guadalupe– estaba de nuevo aprovechándose de la sensibilidad religiosa del pueblo.
Bernardo Barranco, autor y observador eclesial, describió la referencia del presidente como “parte de su pensamiento mágico”, pero también como manera de “identificarse” con el pueblo a través de la religiosidad popular.
También vio esto como una corriente en América Latina donde los líderes políticos se están refiriendo a la religión durante la pandemia, “porque saben que el estado no puede cubrir” las necesidades sociales y de salud del pueblo.
López Obrador, que se identifica como cristiano, “cometió un grave error”, dijo el padre Andrés Larios, un sacerdote del estado de Michoacán, sobre las referencias a la piedad popular. “Juega con la devoción de mucha gente, es burlarse de todo … yo vi más una burla de López Obrador más bien que un signo que él está diciendo con fe”.
Por David Agren