WASHINGTON – Algunas diócesis en el estado de Texas sufrieron una interrupción de servicios y algunas todavía están tratando de determinar los daños producidos por el huracán Hanna que pasó por el estado el 25 de julio.
El huracán golpeó al sur de Texas –una región ya fuertemente afectada por el coronavirus– con especial fuerza, causando extensos daños, aunque no se informó de víctimas mortales, al menos en los Estados Unidos.
“La diócesis de Corpus Christi está en la actualidad evaluando los daños que causó el huracán Hanna a sus parroquias y escuelas”, dijo la diócesis en una nota de prensa del 28 de julio. “Varias comunidades parroquiales en la diócesis experimentaron diversos grados de daños como resultado del huracán Hanna”.
Los equipos de desastres estaban evaluando y “asistiendo con la mitigación y estabilización de los edificios afectados para evitar más daños y para disminuir cualquier posible problema futuro de moho”, dijo la diócesis.
Se dice que el huracán Hanna tocó tierra a unas 90 millas al sur de Corpus Christi y luego arrasó partes de México, donde se han registrado al menos cuatro muertos. El primer huracán del Atlántico de esta estación de 2020 también afectó al Valle del Río Grande, donde está situada la diócesis de Brownsville, Texas.
“El Valle del Río Grande ha sido severamente afectado por el huracán Hanna. Muchas personas han perdido sus hogares”, dijo el 27 de julio un tuit de Caridades Católicas, la agencia de asistencia de la diócesis de Brownsville, que estaba pidiendo donativos para responder a los daños.
Aunque de manera limitada, la diócesis de Brownsville había podido abrir sus locales para servicios religiosos, pero algunos quedaron afectados por el fenómeno climático.
En una entrevista con Catholic News Service el 27 de julio, el obispo Daniel E. Flores, dijo que la diócesis todavía estaba recibiendo informes sobre daños a propiedades, pero había daños importantes a hogares, concretamente de los tejados en el área. La diócesis estaba preparada para ayudar a los damnificados y utilizó un local dirigido por Catholic Charities (Caridades Católicas), conocido como el centro de respiro, para quienes buscaban refugio de Hanna.
“La gente siempre es muy generosa”, dijo el obispo.
Pero el daño fue distinto en las diferentes partes de la ciudad. Aunque había ramas caídas en varias calles e inundaciones en otras, él pudo confirmar a un grupo de 13 jóvenes católicos en la Parroquia de San Felipe de Jesús el día después del huracán.
Por Rhina Guidos