WASHINGTON – La hermana Norma Pimentel, misionera de Jesús y directora ejecutiva de Caridades Católicas del Valle del Río Grande ha recibido numerosos premios a lo largo de los años por su trabajo en Texas con los migrantes de la frontera entre México y Estados Unidos. Ahora, ella puede agregar un nuevo título a su lista como una de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time.
En un mensaje de Facebook el 22 de septiembre en respuesta a este gran honor, Pimentel dio crédito a todos los que trabajan con ella en la Diócesis de Brownsville, Texas, “restaurando la dignidad humana a los necesitados”.
“Es un reconocimiento a la generosidad de la gente del Valle del Río Grande y de todo Estados Unidos. Juntos reconocemos que tenemos una responsabilidad. Somos un pueblo de Dios, un pueblo impulsado por la presencia de Dios en nosotros mismos y en otros. Cuando vemos el sufrimiento humano no podemos dar la espalda, debemos responder “, expresó.
Ella espera que su nombre en la revista, entre deportistas, políticos, activistas, y artistas, “logre traer más comprensión y ayude a la gente a ver más claramente lo que podemos hacer para respetar toda vida humana, especialmente la más vulnerable”.
En 2015, el papa Francisco agradeció personalmente a la hermana Pimentel por su trabajo con los inmigrantes en una reunión virtual pública presentada en el programa “20/20” de la cadena televisiva ABC. Ese mismo año, Pimentel fue nombrada una de las Católicas del Año 2015 de Our Sunday Visitor (Nuestro Visitante Dominical) y ganó una nominación como “Texana del Año”.
El año pasado, después de recibir el Premio Margaret Cafferty para el Desarrollo de la Gente, entregado por la Campaña Católica por el Desarrollo Humano de los Obispos de Estados Unidos, la hermana Pimentel, quien también recibió la prestigiosa Medalla Laetare de la Universidad de Notre Dame y el premio “Keep the Dream Alive” (“Mantén Vivo el Sueño”) de Caridades Católicas, atribuyó a la oración el poder mantenerla con los pies sobre la tierra.
“Es clave para lo que soy hoy y lo que hago”, explicó, y agregó que, si “no tendría tiempo para levantarme temprano en la mañana, ir a misa y hacer mis oraciones, y terminar con mis oraciones por la noche”, creo que me perdería en todo esto. Sería todo sobre mí y toda la atención sensacional que se me da”.
Durante las últimas tres décadas, la hermana Pimentel ha apoyado a más de 100,000 migrantes que buscan refugio en Estados Unidos a lo largo de la frontera de Texas con México, proporcionando alimentos de emergencia, refugio, asistencia para la vivienda, asesoramiento clínico, y atención durante el embarazo.
El homenaje de la revista, escrito por Julián Castro, exsecretario de Vivienda y Desarrollo Urbano de Estados Unidos, expuso que su trabajo “ha cobrado mayor importancia en la era de Donald Trump, y por una buena razón”.
“Cuando él ha actuado con crueldad hacia los migrantes, ella ha actuado con compasión”, dijo Castro. “Mientras él se aprovechó de los vulnerables y buscó el rechazo, ella predicó la comunidad y la aceptación. Cuando él promovió el miedo, ella enseñó el amor”.
También indicó que su “esperanza ilimitada y su compasión sin miedo le han ganado el apodo de ‘la monja favorita del papa'” y que “seguirá cambiando el mundo, un acto de bondad a la vez”.
Como hija de inmigrantes mexicanos, la hermana Pimentel cruzaba con frecuencia la frontera de Brownsville a Matamoros, México, para de esta manera poder estar con la familia en ambos lados de la frontera. Nació en Texas mientras sus padres esperaban la respuesta de las autoridades estadounidenses sobre su solicitud de residencia.
En su reflexión sobre los inmigrantes en el libro “A Pope Francis Lexicon” (“Un Léxico del Papa Francisco”), escribió: “Soy ciudadana estadounidense por ‘chiripa’ (pura casualidad)”, señalando que creció en dos países, México y Estados Unidos.
Este verano, en un artículo de opinión en The Washington Post, la hermana Pimentel hizo un pedido público para que la gente no olvide la difícil situación de los solicitantes de asilo durante la pandemia por el coronavirus.
“Nuestro campamento es una ‘ciudad de tiendas de campaña’ improvisada, llena de aproximadamente 1,500 mujeres, hombres, y niños vulnerables que esperan fallos sobre sus solicitudes de asilo en Estados Unidos. Estas familias viven en tiendas de campaña donadas a merced del clima extremo”, expresó.
Instó a los lectores imaginar “vivir en tal incertidumbre, donde incluso los elementos básicos como el agua corriente y un lugar para ducharse son inexistentes; donde tienes que depender de organizaciones externas para la comida, que tienes que cocinar en una fogata”.
“Al igual que las prisiones y los asilos de ancianos que han sido caldo de cultivo para el virus en los Estados Unidos”, la hermana Pimentel expuso, “el campamento está lleno de gente que por ahora no va a ninguna parte”.
Por Carol Zimmermann
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