WASHINGTON – El 27 de septiembre, Día Mundial de los Migrantes y Refugiados, es una oportunidad para que los católicos “unan al mundo” en nombre de las personas desplazadas y “oren por el bienestar de nuestros hermanos y hermanas inmigrantes y refugiados”, expresó el presidente del Comité de Migración de los obispos de Estados Unidos.
El tema elegido por el papa Francisco para la celebración número 106 de este día es: “Como Jesucristo, obligados a huir”, centrándose en las personas desplazadas dentro de las fronteras de su propio país.
Según el Informe Mundial sobre los Desplazamientos Internos de 2020, se estima que hay 50,8 millones de desplazados internos en todo el mundo. Entre ellos, existen 45,7 millones de desplazados debido al conflicto y la violencia, y 5,1 millones que se vieron obligados a desplazarse a causa de los desastres.
“El Día Mundial de los Migrantes y Refugiados es una oportunidad para reflexionar sobre las contribuciones globales de los inmigrantes y refugiados, y destacar el trabajo de la iglesia para darles la bienvenida, protegerlos, e integrarlos”, explicó el obispo auxiliar Mario E. Dorsonville de Washington, DC, presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.
“Se nos recuerda que, independientemente de nuestro origen, todos estamos edificados a imagen de Dios y debemos ser tratados como tales”, expuso.
Cuando se anunció el tema de este año durante una conferencia de prensa transmitida en vivo el 15 de mayo, el cardenal Michael Czerny, subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del Vaticano, señaló que el enfoque en los desplazados internos es una continuación de las enseñanzas del papa Francisco que se centran en “los descartados, los olvidados, los apartados”.
En su declaración del 21 de septiembre sobre la observancia, el obispo Dorsonville notó que el papa Francisco también comentó sobre como la pandemia del COVID-19 ha exacerbado el desplazamiento forzado de personas y las dificultades que encuentran cuando buscan protección.
“Es de vital importancia para nosotros abrazar el amor por nuestro prójimo como nos amamos a nosotros mismos y vivir este compromiso diariamente”, expresó el obispo Dorsonville. “Nuestro Santo Padre, el papa Francisco, también declaró en su mensaje anual: ‘Para preservar nuestra casa común y hacer que se ajuste cada vez más al plan original de Dios, debemos comprometernos a garantizar la cooperación internacional, la solidaridad global, y la responsabilidad local, sin dejar a nadie excluido'”.
Otra declaración emitida antes del Día Mundial de los Migrantes y Refugiados procedió de organizaciones católicas estadounidenses que trabajan a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México en la ciudad de El Paso, Texas, y la ciudad de Juárez, México. Más precisamente del obispo de El Paso Mark J. Seitz y su diócesis; el Hope Border Institute; y la Red Católica de Inmigración Legal, Inc. (o CLINIC por sus siglas en inglés).
En una declaración conjunta emitida el 24 de septiembre, pidieron a los líderes políticos estadounidenses “restaurar el derecho al asilo en la frontera, poner fin a la práctica inhumana de detención de inmigrantes, y suspender los retornos forzosos de inmigrantes, incluyendo a los niños no acompañados, a situaciones de inseguridad y peligro.”
En medio de esta pandemia, expusieron, “somos más conscientes que nunca de nuestra interconexión como una sola familia humana. Y nunca el gobierno de Estados Unidos en nuestro nombre había tomado tantas acciones que pongan en peligro directamente las vidas de familias y niños migrantes, acumulando crisis sobre crisis”.
En su mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, el papa Francisco “nos pide que reflexionemos sobre la compasión del buen samaritano y que tomemos riesgos para estar cerca de aquellos cuyas heridas necesitan curar en nuestros días”, dijeron.
“Como líderes religiosos, defensores y agencias que brindan ayuda legal y humanitaria a los refugiados en la frontera entre Estados Unidos y México, hoy hemos viajado a Ciudad Juárez simplemente para escuchar y compartir con las muchas familias migrantes que, como Jesús, se han visto obligadas a huir,” ellos señalaron.