WASHINGTON – Cada año de elecciones presidenciales, la organización sin fines de lucro Hope Border Institute en El Paso, Texas, ha contado con salones parroquiales y otros espacios de iglesias para registrar nuevos votantes, particularmente latinos, para que sus voces e intereses puedan ser representados adecuadamente.
Sin embargo, en esta ocasión, la pandemia por el coronavirus ha frenado los esfuerzos de la organización en esa misión, incluso cuando Texas es un estado fluctuante clave en una de las elecciones presidenciales más acaloradas de historia reciente. El Centro para la Innovación e Investigación Electoral, sin fines de lucro, dijo que el nuevo registro de votantes se redujo en un 24 por ciento los primeros siete meses del año en este estado, en comparación con el mismo período en 2016.
“Hemos sido desafiados por la pandemia porque no tenemos el mismo acceso a la comunidad”, expresó Dylan Corbett, director ejecutivo de Hope Border Institute, en una entrevista el 28 de septiembre con Catholic News Service.
Y, sin embargo, él cree que la voz de los latinos es más importante que en años anteriores.
“Es una población que se ha visto afectada directamente por todo lo que está sucediendo en este momento, desde la pobreza en la comunidad, la inseguridad alimentaria, la atención médica . . . el coronavirus realmente ha profundizado las desigualdades existentes y realmente se ve eso en las comunidades fronterizas”, explicó Corbett.
Son exactamente esos temas los que el Pew Research Center (Centro de Investigación Pew) expuso el 11 de septiembre como los primeros de la lista en una encuesta para votantes latinos elegibles: la economía, la atención médica, y el COVID-19.
Los expertos (y otros) a menudo descartan lo que algunos llaman “el voto latino”, diciendo que no existe porque los latinos no votan de manera uniforme y tienen miembros con una amplia gama de opiniones. Pero ambos candidatos presidenciales se encuentran conquistando distritos electorales latinos específicos en estados disputados y ricos en votos electorales como: Arizona, Florida, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania, y Texas.
En Florida, Donald Trump está apuntando a los votantes cubanoamericanos mayores que lo respaldaron en 2016 y parecen estar listos para hacerlo de nuevo. En Texas, Joe Biden ha cortejado a latinos (muchos de ellos mexicano-estadounidenses) y ese esfuerzo parece estar dando sus frutos ya que lidera a Trump con el 66 por ciento del voto latino contra el 25 por ciento del actual presidente.
Aunque ningún esfuerzo llevaría por sí solo a alguno de los candidatos a la victoria, en una contienda reñida, una cuestión de pocos puntos porcentuales de los votantes latinos, cuyo número continúa aumentando en el electorado, podría marcar la diferencia entre ganar o perder.
En estados como Nevada, que alguna vez fue un bastión republicano, el voto latino en 2016 logró convertir un estado que era rojo, de púrpura a azul cuando Hillary Clinton ganó en la última carrera presidencial. Crédito fue dado a los esfuerzos de la organización sindical para dar la vuelta el voto latino allí.
Aún así, el blog de alto perfil FiveThirtyEight, que se centra en la política, entre otros temas, declaró en un titular del 22 de septiembre: “No existe tal cosa como el ‘voto latino'”.
En la 17a Conferencia Anual sobre Políticas y Leyes de Inmigración a fines de septiembre, el panelista Eduardo Porter, reportero económico de The New York Times, señaló que técnicamente, fuera de Estados Unidos, “Los hispanos no existen”, porque están definidos por el país de donde ellos vienen. Entonces, dijo, son mexicanos, salvadoreños, o venezolanos, y cada uno tiene una forma distinta de ver el mundo que afecta la forma en que ellos o sus descendientes votan una vez que ingresan al electorado estadounidense.
“No se puede crear una estrategia para persuadir a todos estos diferentes grupos individuales”, indicó Porter. “Para ir detrás de ellos políticamente . . . seguramente te encontrarás con todo tipo de problemas porque definitivamente no son un grupo, no hay relación allí”.
Pero para organizaciones como el Instituto Hope Border lo importante es lograr que los latinos sean elegibles para votar y puedan hacerlo, expresó Corbett, particularmente para que no se vean privados de sus derechos en comunidades como El Paso, Texas, donde son la mayoría.
“Nuestros votantes mayores aquí en El Paso definitivamente se dan cuenta de que están parados sobre los hombros de gigantes que han abierto caminos asegurándose de que los latinos tengan un asiento en la mesa”, explicó Corbett a CNS. “Esa fue una pelea en la que estaban involucrados los latinos mayores”.
El desafío de hoy, dijo, es lograr que los jóvenes latinos participen en esta batalla. Y para hacer eso, dadas las restricciones físicas provocadas por la pandemia, el Instituto Hope Border se ha unido a otras organizaciones para registrar votantes latinos en los centros de distribución de alimentos organizados por las parroquias e iglesias católicas del área.
Este año, la organización continúa con su esfuerzo de “Aquí estamos” para registrar a los latinos y para que aquellos que ya están registrados “trabajen con la organización para identificar problemas importantes para ellos”, para que puedan caminar con confianza a las urnas y con información, y también para que los votantes religiosos reflexionen sobre “cómo la fe se conecta con el trabajo por una sociedad más justa”, expuso Corbett.
Los votantes católicos latinos más jóvenes, señaló, han respondido al mensaje del papa Francisco, particularmente porque ven las desigualdades que se remontan a generaciones anteriores y que aún no se resuelven e incluyen su enseñanza sobre el medio ambiente, la santidad de la vida, la desigualdad y la exclusión.
“El Santo Padre ha hablado de que no nos enfrentamos a múltiples crisis, pero nos enfrentamos a una crisis interconectada y la forma en que tratamos a las personas, la forma en que tratamos a los pobres, la forma en que tratamos a las personas vulnerables está relacionada con la forma en que tratamos al medio ambiente. . . cuestiones de energía renovable en una sociedad que todavía está ligada a los combustibles fósiles . . . ven la interconexión de la que habla el papa Francisco”, explicó Corbett.
“Los jóvenes ven cómo los problemas de racismo y explotación están relacionados con la economía y cómo empujan a las personas a los márgenes”, agregó.
Aunque alguna vez se pasó por alto, los candidatos ahora están prestando atención a las complejidades del segundo grupo étnico más grande que conforma la Iglesia Católica en Estados Unidos, particularmente mientras buscan un camino hacia la victoria basado en coaliciones.
El 8 de septiembre, fiesta de Nuestra Señora de la Caridad de El Cobre, las campañas de Biden y Trump enviaron saludos a través de Twitter a quienes celebraban a “la cachita”, un apodo cariñoso para la santa patrona de Cuba, que fue elogiada con grandeza por católicos cubano-estadounidenses en Florida, incluso durante una pandemia.
Queda por ver cómo los candidatos involucrarán a otros distritos católicos latinos pertenecientes a estados en juego que también tienen poblaciones latinas saludables.
En general, los católicos latinos, por el momento, tienden a inclinarse hacia un partido.
Las cifras de una encuesta electoral de 2016 realizada por el Instituto de Investigación de Religión Pública (no partidista) mostraron que los católicos en general votaron por el entonces candidato Donald Trump del 52 por ciento al 45 por ciento. Pero un desglose de esa votación mostró que mientras que el 60 por ciento de los católicos blancos votaron por Trump y el 37 por ciento no, entre los católicos latinos, el 67 por ciento votó por su oponente demócrata, Hillary Clinton, y el 26 por ciento no lo hizo.
Aunque los demócratas parecen tener un control constante sobre esa población emergente, un patrón similar en el futuro parece incierto.
En la Conferencia de Políticas y Leyes de Inmigración, el panelista Ronald Brownstein, editor principal de The Atlantic, indicó que “existe la posibilidad de que (Trump) se desempeñe mejor (entre los latinos) que la última vez”. A pesar, señaló, de algunas de las preocupaciones y la virulencia contra Trump que habían surgido de algunos latinos en el país después de que se propagaron imágenes de menores detenidos en jaulas; de que Trump comentara que un juez federal nacido en Indiana que falló en su contra no podía ser imparcial porque era “mexicano”; o que el presidente expresara que México no había enviado a su mejor gente cuando se trataba de inmigrantes.
“Incluso los encuestadores que se especializan en votantes hispanos dirán . . . hay un segmento que responde a su mensaje, su estilo, a su personalidad dura y beligerante”, explicó Brownstein.
Biden, por otro lado, no parece haber hecho tantos esfuerzos como esperaba el partido con los votantes latinos, que podrían ayudar en lugares como Texas o conseguir que los votantes latinos salgan en mayor número a las urnas, una hazaña que ha eludido a otros candidatos.
“Puede que él no sea la persona para abrir este candado”, comentó Brownstein. “Los grupos comunitarios han estado luchando durante años para descubrir cómo mover significativamente esos números de participación”.
La pandemia también ha agregado una capa de complejidad, principalmente haciendo que una población devastada por COVID-19 vaya físicamente a los colegios electorales después de los esfuerzos frustrados para aumentar la votación por correo en Texas y en otros lugares.
Corbett dijo que organizaciones como el Instituto Hope Border están “trabajando diligentemente para educar a la comunidad y enseñar que hay formas en que aquellos que pueden votar (pueden hacerlo de manera segura)”.
Pero en una comunidad donde el aspecto social está tan arraigado en la cultura, a algunos, como Brownstein, les preocupa que la pandemia haga merma en el voto latino donde cuenta: en las urnas.
“Personalmente soy escéptico . . . con la pandemia y todo su impacto en la organización puerta a puerta y de persona a persona, que es muy, muy, importante en la comunidad hispana”, explicó.