CIUDAD DEL VATICANO – Las hermanas religiosas han lanzado un movimiento global para reformar la manera en que las órdenes religiosas practican su “carisma de cuidado” para niños huérfanos o abandonados.
La Unión Internacional de Superiores Generales, con sede en Roma, lanzó “Catholic Care for Children International” (Cuidado Católico de Niños, Internacional) en línea el 2 de octubre, invitando a todas las órdenes religiosas de hombres y mujeres a unirse a la iniciativa global para terminar o disminuir el recurso al cuidado infantil institucionalizado y, en cambio, lograr que los niños puedan tener una familia segura y amorosa o atención comunitaria.
Este cambio drástico, que se concretó durante una reunión de la UISG a principios de 2019, fue inspirado en una lectura renovada de “los signos de los tiempos”, según las hermanas y expertas que desvelaron el nuevo proyecto.
Esos “signos de los tiempos” abarcaban desde el horrible abuso de menores en los institutos dirigidos por religiosos hasta el llamado lleno de esperanza del papa Francisco a soluciones creativas y multidisciplinarias a los problemas, y desde un mandato bíblico de cuidar de los más pequeños hasta los últimos descubrimientos y las mejores prácticas en las ciencias sociales.
Pero un momento clave que sustenta la nueva iniciativa liderada por las hermanas fue un movimiento histórico de la Asamblea General de la ONU en diciembre pasado.
En el 30 aniversario de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, los 193 miembros de estados adoptaron por unanimidad una resolución que reconoce que los orfanatos realmente dañan a los niños y deben ser reemplazados por cuidados de alta calidad basados en la familia o la comunidad.
La UISG quiere que las órdenes religiosas del mundo coincidan con el compromiso de las naciones de poner fin a la institucionalización de los niños a escala mundial e intercambiar las mejores prácticas, las preguntas y las herramientas necesarias para hacerlo.
La hermana de Loreto Patricia Murray, secretaria de la UISG, expresó que el trabajo será exigente y requerirá mucha formación.
“No nos hacemos ilusiones” sobre las dificultades en la transición de un modelo institucional a un modelo familiar o un modelo de familia, pero “creemos firmemente que este es el camino para seguir”, explicó.
La Iglesia Católica supervisa al menos 9,000 orfanatos en todo el mundo, que atienden a casi 5 millones de niños, señaló. “Esta es una enorme responsabilidad”.
El desafío es “asegurarnos de que todos los que están bajo el cuidado católico reciban la mejor atención posible”, dijo Kathleen Mahoney, funcionaria superior de programas de la Fundación GHR, que apoya muchas de estas iniciativas de reforma.
Mahoney compartió ejemplos de entrevistas filmadas con hermanas que han estado poniendo en práctica los principios, comenzando en Zambia en 2014, Uganda en 2015, y Kenia en 2018. Las hermanas Cabrini en Suazilandia, las hermanas de San José en Nueva York, y las hermanas del Buen Pastor en Sri Lanka también han estado trabajando para asegurar que los niños sean situados con familias amorosas.
La hermana Murray expuso que estiman que por lo menos el 80 por ciento de los niños que viven en orfanatos tienen un padre vivo o un pariente cercano y, en general, los niños están en la instalación debido a la pobreza.
“¿Podemos cambiar nuestro enfoque para apoyar la vida familiar”, abordando lo que impulsa a las familias a entregar la custodia de sus hijos y “leer los signos de los tiempos en este sector de cuidado donde nuestro ministerio es tan importante?” ella preguntó.
Con su Pacto Mundial sobre la Educación, el papa Francisco ha estado pidiendo formas nuevas y creativas de proveer lo que los niños necesitan para un desarrollo sólido; crianza y un sentido de pertenencia que solo una familia puede proporcionar completamente, indicó la hermana Murray.
Janestic Twikirize, profesora y experta en derechos y cuidado del niño, que trabaja con religiosos en Uganda, expresó que apoyar a los niños significa apoyar y fortalecer a las familias, las comunidades, y los servicios sociales, y abordar lo que impulsa la separación familiar.
“Ministramos a los niños a través del ministerio de familias enteras”, explicó, con apoyo financiero directo y asistencia psicológica, educativa, social, y legal, todo orientado a prevenir la separación y el abuso intrafamiliar.
La hermana Murray comentó: “Hemos aprendido del pasado y hemos aprendido de nuestros fracasos”.
En general, en el pasado, dijo, las hermanas tenían “un corazón muy grande”, amaban a los niños y “querían ofrecerles amor y un hogar, sin embargo, a menudo trabajaban en entornos muy exigentes que realmente requerían formación y entrenamiento como trabajadoras sociales, psicólogas, y consejeras”.
Esas hermanas se las arreglaban lo mejor que podian con “recursos escasos” y también eran “parte de la cultura de su época, cuando la disciplina era estricta y, a veces, dura, incluso en las familias”, declaró la hermana irlandesa.
Incluso si la disciplina severa se consideraba aceptable en ese entonces, “el comportamiento pasado se juzga según los estándares actuales”, indicó, y la gente insiste: “deberían haber sabido mejor como hermanas, deberían haber liderado el cambio”.
Este es el contexto del que surge el nuevo movimiento para la reforma del cuidado: “Conscientes de nuestros fracasos pasados, pero sabiendo que tenemos mucho que aportar para avanzar hacia el futuro. Que podemos estar en la primera línea del cambio”, señaló la hermana Murray.
Twikirize dijo que una reforma genuina no puede suceder sin asegurarse de que aquellos que trabajan con menores y familias tengan las habilidades adecuadas en protección infantil, asistencia social, defensa y gestión, y supervisión de casos.
De hecho, los voluntarios en residencias y orfanatos están desalentados, explicó, porque tener tantos cuidadores adultos diferentes que van y vienen, interrumpe la capacidad del niño para formar vínculos seguros, agregó.
La hermana del Buen Pastor de Sri Lanka, Niluka Perera, coordinadora de Catholic Care for Children International, expuso que el movimiento se basa en “tres pilares”: las enseñanzas de la iglesia y el mandato bíblico de cuidar a los vulnerables; las últimas investigaciones y competencias en ciencias sociales y desarrollo humano; y los principios de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, primordialmente el derecho del niño a una familia y a las directrices para formas alternativas de cuidado.
“Ningún niño debe ser internado en una institución simplemente porque la familia es pobre o tiene dificultades para acceder a los servicios básicos de salud, protección social, o educación”, expresó.
La nueva iniciativa está invitando a todas las conferencias y congregaciones religiosas a participar y construir una red global, indicó la hermana Perera.
“CCI desea ver que las mujeres y los hombres religiosos sean campeones en la reforma del cuidado”, comentó. “Seguramente juntos podemos lograr este cambio”.
Por Carol Glatz