Eta inunda a Centroamérica y México, deja decenas de muertos, miles sin hogar

Un bombero lleva a un bebé rescatado junto con su madre de un área afectada por deslizamientos de tierra en San Cristóbal Verapaz, Guatemala, el 7 de noviembre de 2020, tras estragos del huracán Eta. (Foto CNS-Luis Echeverría, Reuters)

CIUDAD DE MÉXICO – El papa Francisco ofreció oraciones por las víctimas del huracán Eta, que pasó por Centro América, cobrando al menos 50 vidas y causando extensas inundaciones y daños a la propiedad. Después de rezar el Ángelus el 8 de noviembre, se refirió a una bandera en la audiencia y dijo: “Veo ahí una bandera que me hace pensar en el pueblo de Centro América”.

El papa oró por los “golpeados en los últimos días por un violento huracán, que ha causado muchas víctimas y daños considerables, agravados también por la ya difícil situación de la pandemia”.

“Que el Señor acoja a los muertos, consuele a sus familias y sostenga a los más probados, así como a todos los que están haciendo todo lo posible por ayudarlos”, dijo.

Cáritas, la agencia de ayuda humanitaria de la iglesia, estaba respondiendo a Eta, que tocó tierra en Nicaragua el 3 de noviembre y provocó inundaciones devastadoras y destrucción incluso al debilitarse y cruzar Centro América.

Los restos de Eta salieron de Centro América por el Mar Caribe el 6 de noviembre, dirigiéndose a Cuba y la Florida. Fuertes lluvias a causa de la tormenta también afectaron al sur de México, y las inundaciones desplazaron a miles de personas en el estado de Tabasco. Los deslizamientos de tierra se cobraron al menos 19 vidas en el estado de Chiapas, según los oficiales locales.

Las iglesias de toda la región abrieron refugios de emergencia y comenzaron a colectar alimentos y artículos del hogar para los afectados, dijo Arturo Herrera, oficial de Cáritas en la diócesis de Zacapa en el oriente de Guatemala.

“Está afectando a comunidades no tan cercanas a los centros urbanos”, dijo Herrera. “Son comunidades de bajos ingresos con una población mayoritariamente indígena”.

Grupos de rescate excavaron en el barro en busca de cuerpos en la comunidad indígena de San Cristóbal Verapaz, donde un deslizamiento de barro sepultó hogares y dejó 100 desaparecidos, informó el presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei.

Los obispos de Guatemala urgieron a las autoridades del país “el rescate y apoyo inmediato a los afectados en los departamentos del Nororiente del país: ojalá que de ninguna manera se entorpezca o retrase el apoyo debido a quienes hoy sufren de modo directo”.

La declaración del 6 de noviembre también exhortaba a todos los guatemaltecos a “realizar la fraternidad nacional más allá de la propia situación de pobreza y angustia que está dejando la pandemia del Covid-19”.

En Honduras se informó de inundaciones en el norte del país antes de la llegada de Eta; una situación que se empeoró a medida que la tormenta recorría el país.

La crecida de los ríos derrumbó puentes e inundó vecindarios en San Pedro Sula, la ciudad más grande del norte del país, así como ciudades y pueblos en la costa norte. Los oficiales hondureños dijeron que al menos 26 han muerto y dijeron que 1.7 millones de personas habían sido afectadas por la tormenta.

El cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga de Tegucigalpa usó su homilía del 8 de noviembre para exhortar a la solidaridad entre los hondureños al emprender la reconstrucción del país.

“Ahora es el momento de incrementar la fe,” dijo en un mensaje el 5 de noviembre. “Debemos trabajar unidos en nuestras parroquias y nuestras comunidades para que podamos salir adelante con la fe puesta en el señor Jesús”.

Funcionarios católicos dicen que los huracanes son habituales en Centro América, pero que una tormenta tan fuerte no había golpeado la región desde que el huracán Mitch descargara precipitaciones sin precedentes en Centro América en 1998, dejando 9,000 muertos y causando enormes daños a la propiedad y las infraestructuras.

“En más de 40 años en Honduras, nunca había visto tanta destrucción y daños”, dijo el padre franciscano Alberto Gauchi en un correo electrónico desde la diócesis de Olancho.

La iglesia en Olancho estableció refugios, que proporcionaron alojamiento a 200 personas, dijo, y “aquí todos están echando una mano”.

Por David Agren