WASHINGTON – Turbas de simpatizantes del presidente Donald Trump pusieron un paro al conteo del voto electoral el 6 de enero en Capitolio de los Estados Unidos, después de cientos de personas invadieron el edificio federal y desenlazando caos durante los últimos días de una presidencia tumultuosa.
Gran parte del país, y del mundo, observó las escenas que salían desde la capital de la nación después de que el vicepresidente Mike Pence dijera que no tenía autoridad para cambiar los resultados de las elecciones, afirmando al presidente electo Joe Biden como el próximo líder estadounidense.
Legisladores, igual que el vicepresidente, fueron evacuados y llevados a un lugar seguro después de que una turba invadió el edificio mientras miembros del congreso debatían el escrutinio de los votos electorales.
Las imágenes en Twitter mostraron a la turba derribando puertas y algunos preguntando por el vicepresidente, quien desafió a Trump al negarse a impedir que el Congreso certificara los resultados. Con banderas de “Trump 2020”, se movían libremente por los pasillos del capitolio mientras legisladores asustados se juntaban desde su lugar seguro para orar, algunos reportaron.
Reportes también dijeron que se encontraron artefactos explosivos en las oficinas nacionales del partido republicano y demócrata y que al menos una persona falleció tras un disparo que resultó durante el desorden.
“Es mi juicio meditado que mi juramento de apoyar y defender la Constitución me limita a reclamar autoridad unilateral para determinar qué votos electorales deben contarse y cuáles no”, escribió Pence a los legisladores en una carta justo antes de una sesión conjunta del Congreso para hacer el recuento del Colegio Electoral, provocando la ira de Trump.
Pence terminó la carta con “Dios me ayude”.
Horas antes, Trump había instado públicamente a Pence a través de Twitter a refutar la certificación del Congreso de los resultados, a pesar de que Biden ganó el voto popular y electoral.
“Los estados quieren corregir sus votos, que ahora saben que se basaron en irregularidades y fraude, además el proceso corrupto nunca recibió la aprobación legislativa”, tuiteó Trump, lo que llevó a Twitter a marcar lo que escribió como un reclamo sobre fraude electoral que “está en disputa”.
“Todo lo que Mike Pence tiene que hacer es enviarlos de regreso a los estados, Y GANAMOS. Hazlo Mike, este es un momento de extrema valentía!” tuiteó el presidente.
Después de que Pence se negó, el presidente lo atacó en Twitter.
“Mike Pence no tuvo el valor de hacer lo que debería haberse hecho para proteger a nuestro país y nuestra Constitución, dando a los estados la oportunidad de certificar un conjunto de hechos corregidos, no los fraudulentos o inexactos que se les pidió que certificaran previamente,” tuiteó Trump.
Después del tuit, la violencia se desenfrenó.
El arzobispo José H. Gómez de Los Ángeles, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, emitió un comunicado noche el 6 de enero diciendo que se unía a las “personas de buena voluntad para condenar la violencia hoy en el Capitolio de los Estados Unidos”.
“Esto no es lo que somos como estadounidenses”, dijo, y agregó que está orando por los miembros del Congreso, los miembros del personal de Capitol Hill, los oficiales de policía “y todos los que trabajan para restaurar el orden y la seguridad pública”.
El arzobispo calificó la transición pacífica del poder como “uno de los sellos distintivos de esta gran nación” y destacó que en este “momento preocupante, debemos volver a comprometernos con los valores y principios de nuestra democracia y unirnos como una sola nación bajo Dios”.
Algunos católicos en Twitter en Washington, como Dawn Eden Goldstein, instaron a orar por la paz.
“Ahora son las 3 p.m. en DC. Únase a mí para rezar la coronilla de la Divina Misericordia AHORA MISMO por la paz en el Capitolio de los Estados Unidos y el mundo”, escribió.
“Una vergüenza nacional y el resultado inevitable de las interminables mentiras sobre la elección difundidas por @realDonaldTrump y sus seguidores”, tuiteó el padre jesuita Jim Martin. “Aquí vemos el fruto de estas mentiras, estos pecados: ira, odio, discordia, desesperación y violencia. ‘Y por sus frutos los conoceréis’ (Mt. 7:20)”.
El senador republicano de Utah Mitt Romney le dijo a un reportero del New York Times quien buscaba seguridad junto con los legisladores: “Esto es lo que el presidente ha causado hoy, esta insurrección”.
Muchos criticaron a los que estaban participando en el caos y al mismo tiempo llevaban banderas que decían “Jesús salva” a la par de parafernalia de Trump.
Biden, en una conferencia de prensa horas después de que comenzara el caos, le dijo a Trump que saliera a la televisión nacional, cumpliera su juramento “y defienda la Constitución y exija el fin de este asedio”.
“Esto no es protesta, es insurrección”, dijo.
Aquellos en los Estados Unidos no fueron los únicos que vieron las escenas que se desarrollaban, dijo el presidente electo en un discurso dirigido a apelar a Trump. Dijo que la democracia era frágil y que Estados Unidos estaba “bajo un ataque sin precedentes”.
“Piense en lo que piensan nuestros niños que están viendo la televisión. Piense en lo que está mirando el resto del mundo”, dijo.
Desde Inglaterra, el arzobispo Justin Welby de Canterbury dijo que había “muchas lecciones que aprender de los escenarios de Washington”.
“Por el momento, oremos por Estados Unidos, el mayor defensor de la democracia en el mundo hasta ahora, que enfrenta este gran impacto. Que Dios bendiga a Estados Unidos con paz y reconciliación”, tuiteó.
El obispo Thomas J. Tobin de Rhode Island dijo que estaría celebrando la misa “por nuestra atribulada nación”.
“En esta temporada santa, mientras continuamos observando el nacimiento del Niño Jesús, que la paz, la armonía, la unidad y la fraternidad sean restauradas en nuestro país. ¡Que Dios bendiga y guíe a América!”, escribió.
Desde Dallas, el obispo Edward J. Burns tuiteó: “Oremos para que esta nación, bajo Dios, siga siempre los caminos de la paz y la justicia”.
Por la tarde, Trump publicó un video en el cual continuaba insistiendo equivocadamente de que había ganado las elecciones. Reclamando fraude, pareció dirigirse a los partidarios que habían causado el caos y les dijo que se fueran “a casa”.
“Pero tienen que irse a casa ahora mismo, tenemos que tener paz, tenemos que tener derecho de estado, tenemos que respetar a nuestra gran gente en la ley, y el derecho de estado, no queremos que nadie resulte herido”, dijo. “Es un período muy difícil … tenemos que tener paz, así que váyanse a casa, los queremos mucho. Son muy especiales, han visto lo que pasa, ven la forma en que se les trata a los demás (de parte de los) que son tan malos y tan malvados. Sé cómo se sienten, pero váyanse y váyanse en paz”.
El arzobispo de Baltimore, William E. Lori, emitió una declaración más tarde ese mismo día en la que decía que “nuestros corazones están apesadumbrados al presenciar las impactantes e ilegales protestas que ocurren en la capital de nuestra nación”.
“Oramos fervientemente por la paz y la protección de Dios sobre nuestro país, nuestros legisladores y todos los que se encuentran en peligro en este terrible día. Que los estadounidenses de buena voluntad amantes de la paz en todo Estados Unidos se unan para engendrar paz, reconciliación y sanación en nuestra nación herida y quebrantada, que permanece y debe ser siempre una, bajo Dios”, dijo.
Otros obispos católicos y líderes de organizaciones católicas se unieron en declaraciones separadas denunciando lo ocurrido en el Capitolio.
La Oficina Maryknoll para Asuntos Globales dijo que estaba consternada por las acciones de una “turba violenta” y pidió a Trump y a los funcionarios electos que condenaran “el comportamiento vergonzoso que se presencia hoy en el Capitolio y que dejen atrás la retórica de odio, las afirmaciones falsas y los fracasos en liderazgo que lo ha llevado”.
En las horas después del caos inicial, el equipo de transición de Biden reunió a líderes religiosos de todo el país para orar por la sanación por Zoom. Las oraciones ofrecidas por los líderes y los que se unieron al chat pedían por la paz y justicia y una fuerza renovada en medio de un tiempo oscuro.
De manera similar, la Diócesis de Syracuse, Nueva York, transmitió en vivo una Hora Santa de oración por la nación. El obispo de Syracuse, Douglas J. Lucia, dijo en un tuit que anunciaba el servicio de oración ya que “la oración por la paz y la unidad es imperativa en este momento”.
Por Rhina Guidos