Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Tenemos más razones para celebrar este año que la mayoría. Después de los cierres devastadores de nuestras iglesias el año pasado durante la temporada más santa para los cristianos, podemos celebrar juntos y participar de la Eucaristía como una comunidad de fe, rodeada de testigos y la comunión de los santos.
Esto no es simplemente palabras o un concepto abstracto. De la misma manera que sabemos que Cristo está verdaderamente presente en la Eucaristía, también sabemos que aquellos que nos precedieron cantan continuamente ante el trono: “Santo, santo, santo es el Señor”. Muchos de nuestros hermanos y hermanas se han ido al Señor durante la pandemia, pero sabemos que no están separados de nosotros; cantan al Señor y oran por nosotros. El profeta Isaías habló de ello en el Antiguo Testamento, y fue reafirmado por san Juan en el Apocalipsis: “Santo, santo, santo, Señor Dios Todopoderoso, el que era y es y será”.
Como muchos de ustedes saben, presenté mi renuncia, como todos los obispos deben hacer, en mi 75 cumpleaños. Esta puede ser mi última Pascua como su obispo, por lo que me gustaría reflexionar sobre lo que hemos superado juntos estos últimos 12 años: Hemos enfrentado una inundación milenaria, huracanes, la tragedia de la Madre Emanuel, protestas y disturbios, una pandemia e innumerables otros obstáculos a nuestra fe. Sin embargo, aquí permanecemos. La fe de los católicos en Carolina del Sur permanece. Esta increíble confianza y fidelidad continua se refuerzan en la Pascua por una sola razón: el santo Señor Resucitado, Jesucristo.
Como con todo el clero, los obispos son nombrados, sirven y finalmente se retiran. Vamos y venimos. Pero Cristo, cabeza de su Iglesia y piedra angular de su Iglesia, sigue siendo el mismo ayer, hoy y siempre. Confiamos en que, al creer en Él, tenemos la vida eterna. Tenemos la esperanza de la salvación y un futuro en la presencia de nuestro Señor —un futuro cuando nosotros también cantaremos al pie del trono: “¡Santo, santo, santo es el Señor Dios!”.
Que Dios los bendiga a ustedes y a sus familias durante todo este tiempo de Pascua. Por favor, ténganme presente en sus oraciones y sepan que permanecen en las mías.
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