HOUSTON—A medida que las restricciones de la pandemia se levantan poco a poco y los feligreses regresan a sus iglesias, los edificios parecerán iguales, pero el ambiente podría percibirse como distinto a causa de las nuevas medidas de distanciamiento social.
Por ejemplo, en Houston, una mujer joven que fue a la misa dominical el primer fin de semana de mayo, cuando su parroquia reabrió para la misa pública, dijo que su entusiasmo inicial se transformó en ansiedad y temor cuando se dio cuenta de que otros no estaban siguiendo las nuevas orientaciones de la parroquia para asistir a misa.
Las distracciones se agolparon en su mente durante la misa aunque se esforzaba por centrarse en la liturgia.
Para ella, a pesar de llevar mascarilla y cumplir todas las orientaciones, la incomodidad y preocupación podrían resultar excesivas. Al llegar a casa se dio cuenta de que no estaba segura que volvería el siguiente fin de semana, especialmente pensando que la arquidiócesis de Galveston-Houston todavía mantenía la dispensa de asistencia a la Misa dominical.
“Verdaderamente agradecí las medidas que ha tomado la parroquia para el distanciamiento y la desinfección, pero la ansiedad… fue muy difícil lidiar con ella”, dijo. “Quizá intente ir a una misa (durante la semana)”.
A medida que las iglesias reabren, las bancas favoritas podrían estar bloqueadas, los rostros amistosos podrían ser irreconocibles tras las mascarillas o quienes se quedan en casa podrían sentir envidia de quienes pueden asistir a misa.
Estas experiencias son “absolutamente” normales, reales y válidas, dijo Anabel Lucio Morales, consejera comunitaria licenciada en la Clínica de Consejería y Salud Mental de Caridades Católicas en Galveston-Houston.
Aunque admite que otras generaciones también han podido soportar diversas crisis, esta experiencia es “mucho más preocupante” debido a las noticias constantes sobre ella, que pueden incrementar la ansiedad.
“Pero no nos debemos dejar gobernar por el temor”, dijo. “Debemos usar sabiduría para tomar las mejores decisiones para nosotros y nuestra familia, y confiar en que Dios no ha abandonado a su pueblo. Nos enfrentamos a un peligro real, y debemos hacer ajustes a como vivimos la vida. Pero no debemos vivir en el temor, sino más bien en la paz que nos da Dios”.
Los feligreses deben recordar que estas nuevas medidas están ahí para la salud y por el bien de los mejores intereses de todos, dijo.
“Somos mente, cuerpo y alma”, con los elementos físicos, emocionales y espirituales interconectados, dijo. Cómo pensamos impactará el cómo nos sentimos, añadió. “Los pensamientos negativos o de ansiedad conducirán a emociones de ansiedad o nerviosismo”.
A medida que los feligreses regresen a misa “tenemos una opción sobre cómo vamos a pensar sobre los nuevos cambios”, le dijo Morales al Texas Catholic Herald, el periódico arquidiocesano de Galveston-Houston.
Si el enfoque se queda tan sólo en todos los cambios externos de la Misa, esto nos llevará a una emoción de ansiedad o posiblemente a una emoción de resentimiento, dijo, dependiendo en cómo cada uno perciba las medidas aconsejadas por los oficiales locales.
Aunque una visión más positiva de tales cambios podría traer una emoción distinta, quizá no haga feliz a todos. De todas maneras, puede “traer un poco más de facilidad y comprensión a una situación cambiante”, añadió Morales.
También acentuó que “hay bendiciones que podemos sacar de esta experiencia” y animó a los feligreses ahora a enfocarse en lo que está bien, y no en lo que está mal, lo cual, dijo, se puede aplicar a cualquier aspecto de la vida: matrimonio, familia, trabajo y prácticas espirituales.
“Si caminamos solo pensando en todas las cosas que no podemos hacer de la misma manera, nos perderemos todos los bellos rituales que todavía tenemos la capacidad de practicar”, dijo. “Es muy importante que nuestro enfoque permanezca en la palabra inalterable de Dios, en su amor, en las cosas que todavía tenemos, para que podamos permanecer conectados con el cuerpo de Cristo, incluso si eso significa que tiene una apariencia un poco distinta”.
Por James Ramos