CIUDAD DEL VATICANO—El Sínodo de los Obispos sobre la Amazonía, ayudará a la Iglesia Católica a hacer sentir su presencia y para que su voz sea escuchada en una región que está peligrosamente aproximándose a “un punto sin retroceso posible”, dijeron los secretarios especiales del sínodo.
“Es un desafío enorme y permanente para la Iglesia Católica, lograr que los pueblos originarios de la Amazonía se sientan parte del sínodo y contribuyan al mismo con la luz de Cristo y la riqueza espiritual que brilla en sus culturas”, escribieron el cardenal-designado Michael Czerny y el obispo David Martínez De Aguirre Guinea en un artículo publicado el 12 de septiembre en el periódico jesuita “La Civilta Cattolica”.
El cardenal-designado Czerny, subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, y el obispo Martínez, vicario apostólico de Puerto Maldonado, Perú, afirmaron que el sínodo se llevará a cabo en un momento cuando “tanto la vida natural como la humana están sufriendo una destrucción seria y quizás irreversible”.
El sínodo, programado del 6 al 27 de octubre, se centrará en “la Amazonía: Nuevos caminos para la iglesia y para una ecología integral”.
La selva amazónica abarca un territorio perteneciente a nueve países de Sudamérica y ha experimentado una deforestación significativa, afectando negativamente a las poblaciones indígenas del área y conllevando a una pérdida de la biodiversidad.
Como secretarios especiales, el cardenal-designado Czerny y el obispo Martínez asistirán al cardenal Claudio Hummes de Brasil, relator general del sínodo, proporcionándole un bosquejo integral de la temática del sínodo al inicio de la reunión y resúmenes de los discursos de los miembros del sínodo antes de que comience la labor en propuestas concretas para el papa.
En el artículo, titulado “Por qué la Amazonía merece un sínodo”, los prelados dijeron que el sínodo para la Amazonía es un esfuerzo para implementar “Alabado Seas” (Laudato Si’) en este fundamental medioambiente natural y humano”.
Tanto como la encíclica “Rerum Novarum” de 1891 del papa Leo XIII reconoció la explotación de los trabajadores en los días iniciales de la revolución industrial, las observaciones del papa Francisco sobre “la flagrante inequidad y cruel marginación” ocasionadas por la codicia financiera y consumista nos insta a “una nueva actitud hacia la naturaleza y el medioambiente social”.
“Esta nueva síntesis es una llamada de atención al mundo entero, a toda la humanidad”, escribieron. “Pero al mismo tiempo sugiere una nueva orientación socio-pastoral y dinámica para la iglesia, la cual debe comprender los retos que encaran los individuos, familias y grupos dentro de estas varias dimensiones”.
No obstante, el cardenal-designado Czerny y el obispo Martínez escribieron que la iglesia “no puede dar guía espiritual y cuidado pastoral si a la gente se le considera de un modo aislado — es decir, no integrados — de la forma en que viven y se desenvuelven en las condiciones naturales, económicas y sociales que enfrentan en la actualidad”.
Además, señalaron que la crisis que enfrenta la región no se limita solamente a los problemas medioambientales como la contaminación, la privatización de bienes naturales y el contrabando.
“El mercantilismo, la secularización, la cultura del descarte y la idolatría al dinero” unidos a las cifras decrecientes de sacerdotes y religiosos “está poniendo en peligro la presencia de la Iglesia Católica entre los pueblos indígenas de la Amazonía”.
Tales retos — agregaron — requieren una respuesta que cambie de ser “un ministerio de visitas a un ministerio de la presencia”.
“Esta es la razón por la cual, durante el sínodo de octubre, el mundo entero debe caminar con el pueblo de la Amazonía; no expandir o desviar la agenda, sino ayudar al sínodo a hacer una diferencia”, escribieron los prelados. “La región amazónica es amplia y sus retos son inmensos. Si es destruida, las consecuencias se sentirán en todo el mundo”.
Por Junno Arocho Esteves