WASHINGTON—El presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos y otros dos obispos católicos criticaron la orden ejecutiva que emitió el presidente Donald Trump el 22 de abril sobre restringir temporalmente algunas formas de inmigración durante la pandemia, expresando que podría “alimentar la polarización y la animosidad”.
“Si bien damos la bienvenida a esfuerzos para garantizar que todos los estadounidenses sean reconocidos por la dignidad de su trabajo, la crisis global causada por el COVID-19 exige unidad y creatividad del amor, no más división ni la indiferencia de una mentalidad descartable”, dijeron los prelados el 23 de abril.
También dijeron que están “extremadamente preocupados” por cómo esta orden impactará a las familias inmigrantes “que buscan reunificarse”, así como a los trabajadores religiosos.
Emitieron la declaración conjunta el arzobispo José H. Gómez de Los Ángeles, presidente de la USCCB; el obispo auxiliar de Washington Mario E. Dorsonville, presidente del Comité de Migración de la USCCB; y el obispo Jaime Soto de Sacramento, California, presidente de la junta directiva de Catholic Legal Immigration Network Inc., o CLINIC.
La orden ejecutiva será válida por al menos 60 días y se revisará 50 días después de la fecha de inicio de vigencia, el 23 de abril, para determinar si es necesario continuarla o modificarla. Trump promulgó la orden como parte de la respuesta de su administración a la pandemia del COVID-19.
Trump dijo que la restricción a la inmigración es necesaria debido a las presiones de la pandemia sobre la atención médica y su impacto negativo generalizado en la economía, citando, “el impacto de los trabajadores extranjeros en el mercado laboral de Estados Unidos, particularmente en un ambiente de alto desempleo doméstico y demanda deprimida de trabajo”.
“Para proteger a nuestros grandes trabajadores estadounidenses, acabo de firmar una orden ejecutiva que suspende temporalmente la inmigración a Estados Unidos”, dijo el presidente durante una sesión informativa sobre el coronavirus en la Casa Blanca. “Esto garantizará que los estadounidenses desempleados de todos los orígenes sean los primeros en la fila de empleos a medida que nuestra economía se reabre”.
En su respuesta, el arzobispo Gómez y los obispos Dorsonville y Soto dijeron: “Hay poca evidencia de que los inmigrantes les quiten los empleos a los ciudadanos. Los inmigrantes y los ciudadanos juntos son socios para revivir la economía de la nación. Siempre debemos recordar que todos somos hijos e hijas de Dios, unidos como una familia humana”.
“Estamos extremadamente preocupados por cómo la declaración afectará a las familias inmigrantes que buscan reunificarse, así como a los trabajadores religiosos”, continuaron, señalando que la orden ejecutiva impide que ciertos miembros de familias de inmigrantes se reúnan con sus seres queridos que viven en Estados Unidos.
“Adicionalmente, prohíbe trabajadores religiosos que buscan venir a Estados Unidos como residentes permanentes legales para apoyar el trabajo de nuestra iglesia, así como de muchas otras religiones en este momento”, dijeron. “Sin duda, esto perjudicará a la Iglesia Católica y a otras denominaciones en Estados Unidos, disminuyendo la capacidad general de su ministerio a los necesitados”.
Los prelados dijeron que el virus “es despiadado al aprovecharse de la vida humana; no conoce fronteras ni nacionalidad”, y en un momento en que “nuestra humanidad común es evidente ahora más que nunca”, agregaron, la acción de Trump “amenaza con alimentar la polarización y animosidad”.
“El papa Francisco nos enseña que para vivir estos tiempos necesitamos emplear y encarnar la ‘creatividad del amor'”, añadieron.
Hay varias excepciones en la orden. Entre ellas: no se aplica a visas temporales de no inmigrante, titulares actuales de la tarjeta verde, aquellos que buscan ingresar como “un profesional de la salud, un investigador médico u otro trabajo relacionado con la lucha, la recuperación o el alivio de los efectos del brote del COVID-19; esposo (a) o hijo de un ciudadano de Estados Unidos y cualquier inmigrante cuya entrada parezca estar ‘en el interés nacional'”.
Tampoco limita “la capacidad de las personas para solicitar asilo, el estatuto del refugiado, la retención de deportación o la protección en virtud de diversos acuerdos humanitarios”.
Varios otros grupos de defensa de inmigrantes religiosos también se han opuesto a la orden ejecutiva de Trump, incluidos Catholic Charities USA y su presidenta y directora ejecutiva, la hermana dominicana Donna Markham.
“Si bien entendemos el deseo de proteger a las personas de una mayor exposición al virus COVID-19, no debemos sacrificar nuestra humanidad en nuestra voluntad de dar la bienvenida a los demás”, dijo Markham en un comunicado el 23 de abril.
“Somos una nación de inmigrantes. Muchas familias en nuestras comunidades esperan la llegada de sus seres queridos”, dijo. “La orden ejecutiva obstaculiza innecesariamente a las comunidades de migrantes en un momento en que muchos procesos de inmigración ya están suspendidos y muchas familias se están refugiando en su hogar para frenar la propagación del COVID-19. La orden hará poco para combatir una pandemia global que está presente dentro de nuestras fronteras”.
La hermana Markham agregó: “Trabajar con comunidades inmigrantes es una parte central de nuestro ministerio y estamos orgullosos de los programas y servicios que les brindamos. Nuestra fe nos llama a buscar justicia para los recién llegados y continuaremos presionando al Congreso y a la administración en su nombre para asegurar que sean tratados con la dignidad y el respeto que merecen”.
Susan Gunn, directora de la Oficina de Asuntos Globales de Maryknoll, dijo: “Los males del racismo y la xenofobia no se detienen durante una pandemia. Suspender la inmigración es inhumano y dividirá a las familias que buscan seguridad”.
“Los hechos son que los inmigrantes son buenos para la economía, especialmente durante esta pandemia”, dijo el 23 de abril. “Alrededor del 25 por ciento de los médicos y el 70 por ciento de los trabajadores agrícolas son inmigrantes y necesitamos más, no menos, de estos y otros trabajadores esenciales durante la pandemia del coronavirus”.
Gunn dijo que esta última acción de Trump era parte de sus políticas de inmigración de “cero tolerancia” e “ilustraba los próximos pasos de Estados Unidos hacia un camino ya oscuro, un camino nublado por el miedo y las ideologías distorsionadas que violan nuestros valores fundamentales” y disminuyen aún más el papel de Estados Unidos como líder mundial”.
Pero Thomas Homan, exdirector interino del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos, dijo a la agencia de noticias Reuters que “en realidad no se trata de inmigración”.
“Se trata de la pandemia y de mantener a nuestro país más seguro mientras se protegen las oportunidades para los estadounidenses desempleados”, dijo.
Hasta el 23 de abril, más de 26 millones de estadounidenses han solicitado el desempleo.