CIUDAD DEL VATICANO – Las personas que piensan que la política se está hundiendo a nuevos mínimos pueden encontrar consuelo al saber que el papa Francisco también está preocupado por la degradación de lo que la enseñanza de la iglesia ha descrito como una “alta vocación”.
“La vida política ya no tiene que ver con debates saludables sobre planes a largo plazo para mejorar la vida de las personas y promover el bien común, sino solo con técnicas de marketing hábiles, destinadas, principalmente, a desacreditar a los demás. En este cobarde intercambio de acusaciones y contraataques, el debate se degenera a un estado permanente de desacuerdo y confrontación”, escribió el papa en su nueva encíclica.
La encíclica “Fratelli Tutti, sobre la fraternidad y amistad social”, se publicó el 4 de octubre, y pide a los cristianos y a todas las personas de buena voluntad a reconocer la misma dignidad en todas las personas y a trabajar juntos para construir un mundo donde las personas amen y se preocupen por los demás como hermanos y hermanas.
Construir ese mundo, insistió, requiere de “encuentro y diálogo”, procesos que permitan a las personas hablar desde su experiencia y cultura, escucharse unos a otros, aprender unos de otros, y encontrar formas de trabajar juntos por el bien común.
“Hoy, en muchos países, la hipérbole, el extremismo, y la polarización se han convertido en herramientas políticas”, expresó el papa. “Empleando una estrategia de burla, sospecha, y crítica implacable, en una variedad de formas, donde se niega el derecho de los demás a existir o tener una opinión”.
La “agresión social” que se encuentra a menudo en las redes sociales se ha extendido al discurso político dominante, señaló. “Cosas que hasta hace unos años nadie podía decir sin correr el riesgo de perder el respeto universal, ahora pueden ser dichas con impunidad, y en términos más crudos, incluso por algunas figuras políticas”.
El arzobispo José H. Gómez de Los Ángeles, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, expuso en un comunicado que “al analizar las condiciones del mundo de hoy, el Santo Padre nos brinda una visión poderosa y urgente para la renovación moral de la política e instituciones políticas y económicas desde el nivel local hasta el nivel global, llamándonos a construir un futuro común que realmente sirva al bien de la persona humana”.
“Para la iglesia”, agregó, “el papa nos desafía a superar el individualismo en nuestra cultura y a servir a nuestro prójimo con amor, viendo a Jesucristo en cada persona y buscando una sociedad de justicia y misericordia, compasión, e interés mutuo”.
En la encíclica, el papa Francisco tuvo palabras particularmente duras para los políticos que han “fomentado y explotado” el miedo a la inmigración, ignorando el hecho de que los migrantes y refugiados “poseen la misma dignidad intrínseca que cualquier otra persona”.
“Nadie negará jamás abiertamente que son seres humanos”, indicó, “pero en la práctica, por nuestras decisiones y la forma en que los tratamos, podemos demostrar que los consideramos menos dignos, menos importantes, menos humanos”. Para los cristianos, esta forma de pensar y actuar es inaceptable, ya que antepone ciertas preferencias políticas sobre las profundas convicciones de nuestra fe: la dignidad inalienable de cada persona humana, independientemente de su origen, raza, o religión”.
El papa Francisco a menudo ha insistido en que no está pidiendo fronteras abiertas y migración no regulada y, en el documento, insiste en el derecho de las personas a no ser obligadas a migrar.
La asistencia internacional para ayudar a las personas a superar la pobreza extrema en sus países de origen es esencial, explicó, pero si ese desarrollo lleva demasiado tiempo, las personas tienen derecho a migrar para garantizar el bien de sus familias.
“Ciertos regímenes políticos populistas, así como ciertos enfoques económicos liberales, sostienen que la afluencia de migrantes debe evitarse a toda costa”, escribió. “Uno no se da cuenta que detrás de esas declaraciones, abstractas y difíciles de apoyar, están en juego un gran número de vidas”.
Para los cristianos, expresó, la respuesta no puede ser simplemente retirarse del compromiso político. En cambio, deben actuar a nivel local para construir relaciones de confianza y asistencia, y apoyar a los políticos y las plataformas políticas que promueven el bien común.
“Mientras que los individuos pueden ayudar a otros necesitados, cuando se unen para iniciar procesos sociales de fraternidad y justicia para todos, entran en el ‘campo de la caridad en su forma más vasta, llamada, caridad política'”, dijo.
Poniéndose práctico, el papa Francisco explicó que “si alguien ayuda a una persona mayor a cruzar un río, hace un buen acto de caridad. El político, por otro lado, construye un puente, y eso también es un acto de caridad”, pero en una escala más grande.
Por Cindy Wooden
Nota del editor: El texto en español está en: vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20201003_enciclica-fratelli-tutti.html. Copias en español pueden ser ordenadas en store.usccb.org/fratelli-tutti-spanish-p/7-926.htm.