CIUDAD DEL VATICANO – Una eventual vacuna contra el COVID-19 debería pertenecerle al mundo y no ser monopolizada con avaricia por los países que disponen del laboratorio o los laboratorios que la desarrollan, expresó el papa Francisco.
“La vacuna (contra el coronavirus) no puede ser propiedad del país del laboratorio que la encontró o de un grupo de países que se alían para esto”, explicó. “Si así fuera, no habríamos aprendido nada de tanto sufrimiento”, señaló el pontífice en una entrevista para la edición española de la revista “Il Mio Papa” (“Mi papa”) publicada el 7 de octubre.
Vatican News, así como el periódico ABC en español, publicaron una síntesis de la entrevista.
“La vacuna es patrimonio de la humanidad, de toda la humanidad, es universal; porque la salud de nuestros pueblos, como la pandemia nos ha enseñado, es patrimonio común, pertenece al bien común”, agregó.
Hasta el 7 de octubre, más de 7.8 millones de personas a nivel mundial se habían infectado, según Worldometer, un portal de estadísticas que monitorea la pandemia. Como resultado, países alrededor del mundo han estado compitiendo para encontrar una vacuna para la enfermedad, la cual ha cobrado la vida de más de un millón de personas, según datos de principios de octubre.
El papa le dijo a “Il Mio Papa” que escuchar “las formas (a veces) inhumanas” en que muchas víctimas han muerto, solos y sin la compañía de sus seres queridos, “fue muy doloroso”.
Sin embargo, en medio de ese dolor también había historias de compasión, particularmente aquellas relacionadas a enfermeras que ayudaban a los afectados de edad avanzada a contactar a sus familiares antes de morir, indicó.
“Este gesto de parte de personas acostumbradas a vivir en medio del dolor y sufrimiento, y que aun así se movilizan para aliviarlo y ayudar, refleja que aún hay mucha grandeza entre nosotros”, dijo el papa.
Mientras muchos siguen padeciendo “el dolor a solas”, continuó, la única forma de confrontarlo es mediante la cercanía y no con palabras “innecesarias” que pueden incluso lastimar a aquellos que están de luto.
“Es momento de silencio, de cercanía, y de hacer lo posible para estar juntos, tanto como se pueda, con todas las precauciones necesarias, pero acompañándonos, llorando juntos, dándonos tiempo para estar de duelo”, dijo.
El papa también elogió la iniciativa de la conferencia episcopal española de celebrar una misa en memoria de las víctimas del COVID-19 y comentó que, “como una comunidad y una sociedad, necesitamos llorar juntos por nuestros seres queridos y unirnos en el dolor y la oración compartida”.
“Es el momento de enfrentar juntos el dolor de tantas familias que en un día perdieron a su padre, su madre, un hermano, o una hermana”, agregó.
Igualmente, se le preguntó al papa cómo se sintió durante el servicio de oración del 27 de marzo, cuando rezó, casi solo, en la lluvia por el fin de la pandemia.
Admitiendo que temía resbalarse mientras subía la escalera hacia la Basílica de San Pedro, el papa expresó que su corazón “estaba con el pueblo de Dios que sufría, con una humanidad que tenía que soportar esta pandemia y que, por otro lado, necesitaba coraje para seguir caminando”.
“Subí esas escaleras rezando, recé en todo momento, y me fui rezando”, declaró. “Así viví ese 27 de marzo”.
Cuando se le preguntó cómo visualiza el mundo después de la pandemia, explicó que es aún incierto si “saldremos mejor o peor”, pero va a depender “de las decisiones que tomemos durante la crisis”.
Parafraseando al teólogo protestante Dietrich Bonhoeffer, el pontífice dijo que “el problema no es cómo me las arreglo para salir de esta dificultad, más bien, qué estilo de vida le dejaremos a la futura generación”.
“Si en este momento solo pensamos en cómo arreglar nuestra situación y buscar ‘zafarnos’ (liberarnos), como decimos en Argentina, entonces estamos centrados solo en nosotros mismos, humanamente estériles porque no sabemos cómo comprometernos con la fecundidad del futuro”, señaló el papa.
“Debemos hacernos cargo del futuro, de preparar la tierra para que otros la trabajen”, expuso el papa Francisco. “Y esta es la cultura que tenemos que elaborar en la pandemia, según este gran principio que ‘de una crisis no se sale igual’. Salimos peor o mejor; pero nunca iguales”.
Por Junno Arocho Esteves